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Los Silva: la huella de un linaje poderoso en Ciudad Rodrigo

En Ciudad Rodrigo, cada piedra tiene algo que contar. Y si hay un apellido que resuena con fuerza en los ecos de la historia de la ciudad, es el de los Silva. Fue uno de los linajes más poderosos y antiguos, y aunque hoy apenas se conserven algunos escudos o portadas, su huella está por todas partes.

Raíces portuguesas y exilio a Castilla

La historia de este linaje mirobrigense comienza al otro lado de la frontera. Su historia se remonta al turbulento final del siglo XIV, cuando murió el rey Fernando I de Portugal. Su hija, la reina Beatriz, casada con Juan I de Castilla, fue proclamada heredera al trono. Pero el pueblo portugués, temeroso de caer bajo dominio castellano, se rebeló y dio inicio una guerra civil. El poderoso linaje de los Silva apoyó a Beatriz y a Juan I.

Ferrán Gómez de Silva, abuelo de Tristán de Silva, fue protegido del rey y luchó del lado castellano en tierras del norte portugués, defendiendo las fortalezas en Monsanto y Penamacor. Participó en campañas por tierras del Duero y el Miño junto al arzobispo de Santiago. Pero la derrota castellana en la batalla de Aljubarrota en 1385 forzó su exilio a Castilla, junto con otros nobles derrotados.

Como compensación por sus pérdidas, Juan I de Castilla otorgó a Arias Gómez de Silva, padre de Tristán, las tercias de la Moraña (Ávila) y otras rentas. En Castilla contrajo segundas nupcias con Leonor Rodríguez de Fonseca, de familia ilustre, y se instaló en Olmedo

Su hijo Tristán de Silva, ya criado en Castilla, sirvió a la Corona en campañas contra los moros y en la toma de Granada y Guadix con Juan II. Y sería él quien plantaría definitivamente la semilla de los Silva en Ciudad Rodrigo.

El matrimonio que lo cambio todo: una alianza poderosa

Aunque no sabemos con certeza que llevó a Tristán a Ciudad Rodrigo, sí sabemos que aquí se casó con María López Pacheco, hermana del primer señor de Cerralbo. Con este matrimonio se selló una alianza entre dos de los linajes más poderosos de la ciudad: Silva y Pacheco.

El matrimonio fundó el primer mayorazgo de la familia Silva en Ciudad Rodrigo y también el convento de Santo Domingo, ya desaparecido, donde ellos y otros muchos miembros de la familia fueron enterrados. Con esta unión, los Silva pasaron a formar parte activa de los bandos nobiliarios locales, enfrentándose durante años a linajes como los Águila o los Chaves [1].

Una familia al servicio de la Corona (y de la pluma)

El hijo de Tristán, Hernando de Silva [2], apodado el Valeroso, fue nombrado Justicia Mayor por Enrique IV y se le considera el primer corregidor de Ciudad Rodrigo, cargo similar al de alcalde. Se casó con Catalina de Ulloa y tuvo cuatro hijos [3]. El mayor, también llamado Tristán, heredó la hacienda familiar, sirvió a los Reyes Católicos durante más de 30 años, fue regidor de Ciudad Rodrigo en 1486 por merced de Isabel La Católica, alcalde de Madrid entre 1491 y 1492, y cronista de Carlos V

Este Tristán se casó con Mayor de Guzmán, hija del regidor de Segovia, y en su casa de la calle Madrid nacieron varios de sus hijos, entre ellos el célebre Feliciano de Silva, escritor de novelas de caballerías, inmortalizado por Cervantes en el Quijote. En 1507 ya figuraba como regidor del ayuntamiento mirobrigense, además de árbitro en los tribunales y representante del cabildo en el Concilio de Salamanca y en la administración del emperador Carlos V durante dos años [4].

Otros miembros del linaje también se dedicaron a las letras, como el bachiller Juan de Silva, y sobre todo el Maestro Silva, educador de toda una generación de mirobrigenses. Fue él quien leyó e interpretó la inscripción romana descubierta junto a las Tres Columnas en 1557, y su sobrino Feliciano transcribió el texto sobre una piedra que actualmente está colocada como cornisa uniendo las columnas. como curiosidad, decir que la piedra original, estuvo desaparecida hasta que, siglos después, fue descubierta al hacer otro traslado del monumento.

Las casas fuertes de los Silva: poder en piedra

Casa de la Cultura y parte del Palacio de los Condes de Alba de Yeltes


Un documento de 1518 decía que las torres de las casas de los Silva "sojuzgaban la muralla y la Puerta del Conde". En otras palabras, eran tan altas que dominaban incluso las defensas de la ciudad. La de Hernán Nieto de Silva destacaba por su arquera con troneras orientadas sobre la Puerta del Conde, y por tener caballerizas soterradas, como las que solían tener las casas fuertes. Gracias a una carta de obligación de 1542 conservada en el Archivo Provincial de Salamanca, sabemos que vertía las aguas de su vivienda directamente hacia la plazuela que aún existe frente a las Descalzas [5]. En un documento posterior, de 1622, se mencionan los escudos de leones en las puertas de la casa, y en otro de 1648, cuando la propiedad estaba en manos de Luis Nieto de Silva, se la describe como un “suntuoso edificio y muy antiguo, con muchos escudos de armas en que está un león, que son las de esta casa”. La de Pedro tenía una barrera alta de cal y canto. En conjunto, formaban una especie de fortaleza urbana dentro de la propia ciudad.

Más de un siglo después, en 1750, el Catastro de la Ensenada nos da una imagen clara del estado de estas propiedades. Existían aún tres viviendas contiguas del mayorazgo de Hernando de Silva. La principal ocupaba el solar de la Casa de los Linajes, hoy Casa de la Cultura, que contaba con paneras, bodega, caballeriza, corral, jardín, pozo, y al menos dos plantas de habitaciones. Las otras dos, contiguas a esta, ya estaban en ruinas y habían pasado a usarse como corral de la principal y pavimento de los cuerpos de guardia de la Puerta del Conde.

Un siglo antes, en 1657, con motivo de las pruebas para obtener el hábito de Calatrava por parte de Fernando Nieto de Silva, se dejó constancia del aspecto majestuoso de estas casas. El informe decía:

"Fuimos a sus casas principales que tienen en esta ciudad, sitas en el campo de San Ysidro, frontero de las Descalzas, y vimos dichas casas con una portada de piedra, mármol blanco, con dos columnas grandes por cimbras y arriba tres escudos con sus rodelas de armas con las de los Nietos y Silvas, que las de los Nietos es un león sin corona en campo roxo Y azul y las de los Silvas en un campo de plata con un león coronado [6]".  
Escudo con León de los Silva en las Cuatro Calles


Frente a estas casas se alza actualmente el Palacio de los Condes de Alba de Yeltes [7], que probablemente se construyó sobre otra de las antiguas viviendas de los Silva. Muy cerca, en la calle Agustín Triguito, aún puede verse un gran escudo de los Silva, en la fachada lateral del edificio conocido como las cocheras de Alipio.

Y no podemos olvidar la curiosa Casa del Pasadizo, un inmueble que estaba unido mediante un paso elevado al palacio vecino, probablemente el de los Nieto de Silva, cruzando la entonces llamada Rúa Vieja, hoy calle Madrid. Ese pasadizo, cerrado y elevado, permitía la comunicación entre dos grandes casas del mismo linaje sin pisar la calle, una imagen que todavía podemos imaginar recorriendo esas mismas esquinas.

El pleito de 1518: linajes enfrentados

Este poder visible fue justamente lo que desencadenó uno de los conflictos más interesantes del momento. En 1518, los Silva y los Águila denunciaron ante el ayuntamiento que Diego García de Chaves estaba convirtiendo su casa, hasta entonces llana, en una fortaleza.

El pleito es una joya documental. El comendador del Águila advertía del peligro de que Diego apuntara con artillería desde su torre hacia la Plaza Mayor, donde vivían los Pacheco, y otras calles públicas. Se menciona incluso que, tras la muerte del rey Felipe, algunos caballeros, protegidos por Diego García de Chaves, habían tomado la torre de la iglesia mayor, aludiendo al encastillamiento de la catedral durante la revuelta comunera.

Diego de Chaves, sabiendo que sus enemigos lo vigilarían, había tapado con piedra las troneras de su torre para no levantar sospechas, pero dejándolas listas para abrirlas en caso de necesidad [8]. Según el documento, sus cañones apuntaban a calles como la Rúa del Sol, la calle de los Gigantes, Luis de Miranda, y otras. 

Durante el juicio, varios testigos pusieron como ejemplo las casas de los Silva, que ya contaban con torres armadas desde hacía años, lo que permite conocer su estado y ubicación en esa época. Se confirma que las casas estaban muy juntas entre sí, y que sus muros eran más gruesos que los del propio palacio de Chaves.

Huella silenciosa, pero imborrable

Hoy en día, apenas quedan restos visibles de aquel poder, pero los escudos que aún sobreviven, como el león rampante de las Cuatro Calles, y los documentos que los mencionan, nos permiten reconstruir su legado. Los Silva no solo habitaron Ciudad Rodrigo: la moldearon, la gobernaron y también la contaron.

A veces, basta con levantar la vista en una esquina de la ciudad para imaginar aquellas torres que miraban más allá de la muralla… con la ambición de quien supo que la historia se construye piedra a piedra y nombre a nombre.


[1] Nota del A. Con el paso del tiempo, Juan de Silva se emparentó por matrimonio con Diego del Águila y la rivalidad entre estas familias se acabó diluyendo. 
[2] En algunos documentos aparece como Fernando, Hernán, Fernán o incluso Fernuela de Silva.
[3] Nota del A. Los hijos de este matrimonio se llamaron: Alonso, Pedro, Juan y Tristán de Silva.
[4] Nota del A. Según consta en su testamento, sirvió dos años al emperador Carlos V en el periodo comprendido entre 1515 y 1530.
[5] Salazar y Acha, Mª Paz: Labras heráldicas en Ciudad Rodrigo, p.96
[6] AHN, Sección Órdenes, sigo 1790
[7] Nota del A. Este palacio, de construcción muy posterior, en la actualidad acoge una sucursal de Unicaja.
[8] Cooper, Edward: Castillos señoriales en la Corona de Castilla, Vol. I, Tomo II, 1991, pp. 1557-1558.


Comentarios

  1. Buena e histórica lectura. Muy Interesante y cultural. Encantada de haberla podido leer. Gracias

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