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Águeda, el río de las arenas de oro...

El oro, es uno de los minerales y metales más preciados y buscados a lo largo de la historia. Conocido y apreciado por el hombre desde las más remota antigüedad por su facilidad para manipularlo, su brillo y su atrayente color amarillo. A pesar de que no existen evidencias claras del momento en el que el hombre lo descubre y comienza a utilizarlo, ya en época romana las minas enclavadas por los cartagineses en suelo hispano cobraron vital importancia. De hecho, una de las motivaciones de los romanos para conquistar la península fue la de apropiarse de sus recursos naturales, importantísima fuente económica para Cartago. Según el relato de las fuentes históricas, los pozos mineros abiertos por Aníbal en Hispania le reportaban 300 dracmas de plata diarios.

Ya desde el siglo I d.C. se explotaba la minería aurífera al pie de la Sierra de Francia. Así lo demuestra toda una red hidráulica de canales y depósitos, así como los restos arqueológicos de Las Cavenes, en el municipio de El Cabaco. En esta explotación minera los romanos utilizaron el sistema de "surcos convergentes" que consistía en el lavado sistemático del oro a través de una serie de canales que aún se encuentran en excelente estado de conservación. 

Las condiciones de trabajo de las minas romanas de Hispania eran tan inhumanas que, trabajar en ellas, estaba considerado uno de los peores castigos que podía sufrir un condenado.  En estas minas solían trabajar cientos e incluso miles de obreros, siendo los esclavos una parte importante de la mano de obra. Gracias a los textos del propio historiador Diodoro Sículo  podemos saber que los romanos se dedicaban a comprar "gran cantidad de esclavos" para ponerlos "en manos de los capataces de los trabajos en la mina". A parte de la mano de obra esclava, entre los mineros había también prisioneros de guerra, e incluso condenados a trabajos forzosos en minas y canteras. Un castigo considerado en el derecho romano como el más riguroso tras la pena capital. 

En algunas de las minas romanas de Hispania, como las de Riotinto y Coto Fortuna, se han descubierto cadenas y argollas  que servían para evitar que los reos que trabajan en ellas pudieran evadirse. Sin embargo, a pesar de las inhumanas condiciones del trabajo, no todos los mineros eran esclavos, también había hombres libres, principalmente de origen hispano. Estos recibían el nombre de mercenarios (mercenarii) porque trabajaban por una retribución monetaria (merces).

El oro, no solo era extraído de las minas, los ríos de la península también eran explotados a la búsqueda de pepitas. Se desconoce el origen del descubrimiento del acarreo de oro por las arenas del Águeda. Sin embargo, se sabe que al menos desde el siglo XVIII se cita la presencia de pepitas de este valioso metal en sus cauces. 

Una de las primeras referencias conocidas hasta ahora sobre las arenas auríferas del Águeda, es la reflejada  en 1769 en el conocido como Libro del Bastón: 

Lavadores de arenas de oro en el río Darro en 1930
"las aguas de él (Águeda) son delgadas y saludables y lo principal que en sus corrientes se coge oro entre las arenas, bien que no se pueda afirmar si de él o de cual de los que se le agregan proviene, y sí que ha habido en la Capital Comercio de muchos dedicados a comprarle a los que se emplean en la saca, y aunque sigue, no es tanto como algunos años hace pues ahora concurren los vendedores a Salamanca y aquí se ha visto y apreciado pedazo hallado tan grande como un grueso garbanzo y purificado naturalmente en las corrientes sin haber entrado al crisol [1]". 

Este escrito deja patente que la actividad de batear las arenas del Águeda en busca de oro,lleva realizándose desde tiempo atrás, y que el comercio generado por la venta de oro extraído del Águeda llegó ser importante en Madrid, pues empleaba a muchas personas en la capital. Parece que posteriormente pasó a venderse directamente en Salamanca donde se ha llegó a ver una pepita del Águeda del tamaño de un garbanzo. El texto refleja también la gran pureza del oro que portan las arenas del Águeda.

El historiador y viajero Antonio Ponz, en 1772 escribió sobre el río Águeda en su famoso libro "Viaje de España" [2]: "Hay en la ribera sus arenas de oro, que conocen y sacan los Jurdanos". En Ciudad Rodrigo, las cuadrillas de buscadores de oro se repartían los vados en los meses estivales, que es cuando el caudal descendía y permitía cavar en los lugares apropiados por haber quedado mayor número de sedimentos. Más explícito sobre la recogida de oro en el Águeda fue el político progresista Pascual Madoz cuando en 1846 escribió: 

Equipo del minero
"Pásase el Águeda por diferentes vados que desde el valles hasta el Pizarral se encuentran el de Cantarranas, el de los molinos de los Alisos, el del Puente, el de Barragán el de Palomar, el del Oro y el del Carbonero. Tiene de notable este río las muchas arenas de oro que arrastran las corrientes. En la estación de mayor sequía se presentan varias cuadrillas, compuestas de 12 individuos naturales de Montehermoso de Estremadura, quienes hacen grandes zanjas en los sitios para ellos conocidos, en los arenales del río frente a Valdespino y Palomar, recogen el escombro en cestos, tiran lo grueso, lavan lo menudo hasta la última depuración, que la hacen en cuencos de madera, quedándose el oro en el fondo, y a los lados de aquellos, el que perciben y distinguen perfectamente al resplandor del sol, que se presenta en pequeñas laminitas o partículas; comúnmente corresponde a cada individuo 3 o 4 adarmes [3] de este metal precioso que sale muy puro[4] 

Este texto nos hace ver que tal era la actividad del lavado de arenas en Miróbriga que uno de los vados era conocido popularmente como "el del Oro". En él se vuelve a hacer mención de la extraordinaria pureza del oro extraído en Ciudad Rodrigo. 

Los buscadores de oro eran conocidos como "oribes" u "oreros" y venían a Ciudad Rodrigo desde Montehermoso (Cáceres) para lavar los sedimentos del río en los meses de verano. Según don Feliciano González Quijada, último superviviente de toda una generación de mineros y bateadores de oro de Montehermoso, la forma en que buscaban el oro, la casiterita y la wolframia era con unas bateas de chapa en forma de gorro chino, de más de un metro de diámetro, llamadas cuncos. Sobre ellas cribaban previamente el aluvión con unos cestos de mimbre que ellos mismos fabricaban dejando en el fondo de los mismos un entramado poco tupido para facilitar que fuese atravesado por las arenas y gravillas [5]

Transcribo por parecerme curioso el siguiente artículo, titulado "Arenas Auríferas" que fue publicado en el desaparecido semanario mirobrigense AC el 6 de agosto de 1914:
Oro bateado en Navasfrías

"Con verdadera satisfacción, vi días pasados un bonito ejemplar de cuarzo, al cual estaban adheridas varias laminitas de oro de tamaño considerable. Vi también otras laminillas sueltas del mismo metal que personas inteligentes a mi presencia manifestaron, de superior calidad. Pregunté por la procedencia de unas y otro, y se me contestó, habían sido recogidos de las arenas sacadas en las obras que se llevan a efecto para la construcción del muro de defensa del Puente de esta Ciudad.  Quedé pensativo, al meditar que con práctica y pericia podía ser base de rendimientos suficientes , para compensar el trabajo empleado por quien, al lavado de las arenas, sacadas de tal sitio u otro análogo se dedicara, si como es de suponer, para ello se le concedía permiso. Recordé que hace tiempo se denunció como terreno aurífero, una gran extensión en las proximidades de nuestro río. Recordé también que en diversas épocas del año a nuestra Ciudad vienen, varios hombres de Montehermoso, que en las inmediaciones de "La Caridad" y del Molino harinero de Carabeo, se dedican al lavado de arenas, arrastradas por el río, los que durante los días que a tal trabajo se dedican devengan un gran jornal. Y pensando en lo que he visto y en lo que recuerdo, me pregunto si esta riqueza que tan cerca la tenemos se aprovechase ¿no remuneraría el esfuerzo personal a ella dedicado? ¿No superaría con sus utilidades a los jornales corrientes que en la población se pagan? Creo que lo expuesto debe tenerse en cuenta. X".

Como podemos comprobar la extracción habitual de oro del Águeda se llevó a cabo hasta principios del siglo XX, cuando se fue abandonando la práctica por resultar poco productiva la extracción. Respecto al tamaño de las partículas de oro del Águeda, mientras en el Libro del Bastón se llega a hablar de pepitas del tamaño de un garbanzo, Madoz se refiere a pequeñas laminitas o partículas.Sin embargo el mayor hallazgo de oro encontrado en el cauce del Águeda del que se tenga constancia, fue encontrado en el año 2012, en la zona conocida como los Barrancones, perteneciente al término municipal de Navasfrías por una pareja de jóvenes aficionados. La piedra de oro era del tamaño de una cebolla y rondaba los 2 kg. de peso. 
Campeonato Internacional de Bateo de Oro. Navasfrías Julio de 1898
Como curiosidad señalar que el primer bateo internacional de oro en España, tuvo lugar en el río Águeda en el año 1989. 















[1] (1770) "Departamento de El Bastón de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Ciudad Rodrigo"
[2] PONZ, Antonio (1772) "Viaje por España" Tomo II.
[3] El adarme es una antigua medida de peso castellana. 1 adarme equivalía a 1,79 gramos.
[4] MADOZ, Pacual (1846) "Diccionario geográfico estadístico histórico de España y sus posesiones de ultramar".
[5] Noviembre de 1997 "Boletín Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero".

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