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Las Tenerías y la importante industria del curtido de pieles en Ciudad Rodrigo

En la entrada anterior se trató el ya desaparecido oficio de las lavanderas. Hoy me centraré en la antigua e importante industria del cuero y las pieles que tuvo Ciudad Rodrigo. Con esta sección del blog quiero dar a conocer algunos antiguos oficios menestrales, hoy en día desaparecidos, que a lo largo de la historia mirobrigense han sido la principal industria local.

La piel es uno de los materiales que los seres humanos llevan usando desde los tiempos más remotos.
Cuando el hombre tuvo la necesidad de cubrirse, ideó para ello el uso de las pieles de los grandes mamíferos que cazaba. En un primer momento utilizó las pieles en su estado natural y más adelante, al observar que sin tratarlas se pudrían, resecaban y desprendían un olor desagradable e incluso provocaban infecciones, empezó a pensar en cómo hacerlas más flexibles y duraderas.

El curtido de las pieles es uno de los oficios más antiguos de la humanidad. Aunque los testimonios son escasos, se puede considerar casi con certeza que fueron los hebreos quienes comenzaron a curtir las pieles con corteza de roble. Este método fue durante mucho tiempo considerado como el más adecuado.

Curtido de pieles tradicional
Con la dominación árabe de España, los trabajos en cuero adquieren su máximo esplendor en los reinos árabes de Al-Andalus. La ciudad de Córdoba se hace famosa por su producción de cueros de alta calidad, repujados, policromados y en algunos casos, metalizados con aplicaciones de finas hojas de oro y plata. Desde el sur de la península este arte se extiende por toda España y posteriormente se difunde por Europa, donde alcanzan gran fama los cueros españoles [1].

La industria del cuero de Ciudad Rodrigo obtuvo fama, en especial los cordobanes, reconocidos por su calidad fuera de los límites de la ciudad. El Cordobán toma el nombre de Córdoba la capital andalusí. Se realiza sobre piel de cabra y se adorna con dibujos repujados y grabados. Se utilizaba en la fabricación de guantes, zapatos, sillas de montar y recubrimientos para algunos muebles.

En Ciudad Rodrigo había abundantes tenerías que estaban dispersas por la ciudad, principalmente fuera de la muralla, ya que esta actividad, debido al olor nauseabundo que generaba, era considerada nociva para la salud. Las tenerías solían instalarse cerca del río, pues el agua era un elemento imprescindible para los curtidores. Artesanos que se dedicaban a preparar y tratar las pieles que compraban en su estado natural. Se abastecían de pieles, sobre todo de vaca, toro, buey o cabra comprándoselas a las carnicerías de la ciudad. El Concejo de Ciudad Rodrigo, al menos durante el siglo XV, ejerció un proteccionismo del sector de la piel. Ordenó que los carniceros no pudieran vender sus cueros fuera de Ciudad Rodrigo hasta que la ciudad no estuviese abastecida. Esta orden también afectaba a los recatones y curtidores, a quienes se le prohibía la venta fuera de la ciudad sin una autorización expresa del concejo.

Noque de cuero
El proceso de curtido de pieles y cueros consiste en darle un tratamiento para que no se pudran ni partan. En la Edad Media el método para tratar los cueros vacunos comenzaba por el desangrado y la eliminación del pelo sumergiendo los cueros en una mezcla de agua y cal durante un aproximadamente un mes o mes y medio, según la época del año. Este proceso debía llevarse a cabo bajo techo para evitar que los cueros se quemasen por el efecto del sol. A continuación se aporreaban y restregaban los cueros con el fin de eliminar los restos de grasa  y carne que aún le pudiesen quedar. Luego las maceraban en alumbre o en orina durante un día si era verano o dos si eran invierno, para ablandar el pelo. Por lo que era habitual en las ciudades medievales colocar orinales en las esquinas de las calles para recolectar la orina humana que se utilizaría posteriormente en las curtiderías. Las heces de los perros también eran codiciadas para ese fin, por lo que era común ver a los niños recogiéndolas. Una vez que el pelo se había ablandado, los cueros eran raspados y pulidos por los curtidores con un cuchillo para después introducirlos en una tinaja con agua y zumaque en rama. Posteriormente se metían en los noques con corteza molida durante mes y medio o dos meses, según la estación del año. 

El alumbre era un mineral muy codiciado para teñir telas y curtir cueros, imprescindible en la industria textil y de extraordinaria importancia en el comercio medieval. En Ciudad Rodrigo existían zonas donde se daba este mineral de excelente calidad. Ya en 1174 el rey Fernando II de León otorgó al obispo de Ciudad Rodrigo la mitad del realengo minero de la zona "invencione omni metallorum auri, argenti,... de creta, et alumre, et greda, de rúbea et de qualibet altera invencione de térra" [2]. Sin embargo según el oficial de la secretaría de Estado y del despacho universal de Hacienda de España, en 1808 los mirobrigenses no se beneficiaban del alumbre que había en las inmediaciones de Ciudad Rodrigo por la falta de conocimientos para purificar la piedra [3]. También en san Felices el Chico se encontraba tanto piedralumbre como caparrosa, y tanto una como la otra especie, eran de excelente calidad, de ambas han hecho algún uso en la casa de niños expósitos de dicha ciudad, pero sin ventajas por ignorar el modo de excutarlo [4].
Tenerías medievales de Fez

El 21 de agosto de 1475 los Reyes Católicos concedieron a los habitantes de Ciudad Rodrigo el privilegio de celebrar un mercado franco cada martes. Entre los productos libres de alcabalas se encontraban los trabajos realizados con la piel. Estos trabajos, junto a otros productos de la tierra, se vendían en los mercados semanales que se celebraban cada martes entre el día de san Andrés y la Natividad. Este mercado semanal satisfacía las necesidades más comunes del vecindario. Sin embargo, el comercio relativamente activo de la ciudad, se completaba con las dos ferias anuales: la del Botijero y la de Mayo. Estas dos ferias eran las que permitían más amplios intercambios con las provincias vecinas [5].

A mediados del siglo XVII, el historiador y político Antonie de Brunel [6] en su viaje por España dedica la siguientes palabras a la industria patria "Las más excelentes materias de todas las telas, las lanas de Segovia, las sedas de Granada, los cordobanes de Ciudad Rodrigo, los linos y los cáñamos de Andalucía, el hierro y el cobre de Vizcaya, los despojos de su ganador, de su terruño y de sus minas deberían llenar las ciudades de artesanos de las mejores fábricas de Europa".

En  las ordenanzas municipales de 1604 se ordena a los curtidores y zapateros de la ciudad que vendiesen la suela enjuta y no la cortaran ladeada y que en los zapatos echaran las palmillas de suela y banqueta. Un siglo después, a finales de 1704 se toma la decisión de eliminar posibles padrastros de la fortificación ante un posible asedio. Esto hace que se derriben las casas de algunos barrios próximos a la muralla, como ocurrió en el de las Tenerías, a pesar de las protestas que hubo del gremio de curtidores.

A pesar de la importancia que había tenido la fabrica de curtidos en Ciudad Rodrigo, especialmente la de cordobanes, que habían surtido a gran parte del reino, y eran apreciados como los mejores de Europa por los extranjeros, según las palabras del corresponsal del historiador y viajero Anonio Ponz Piquer [7], en el siglo XVIII la industria entró en crisis y de las muchas tenerías que había tenido la ciudad, se encontraban muchas de ellas en ruinas. 

Barrio de Las Tenerías
 Tres eran los estamentos del oficio: El más bajo escalafón lo ocupaba el aprendiz, a quien el maestro se comprometía a enseñar, así como a mantener y cobijar durante el aprendizaje. Con el tiempo, cuando comenzaba a dominar el oficio, se convertía en oficial, que era el segundo estrato. En este estamento es cuando comenzaba a cobrar un sueldo a cambio de su trabajo ya profesionalizado pero siempre dirigido por el maestro. El nivel más alto del respectivo estamento lo ocupaba el maestro, para acceder había que realizar un examen o proyecto. Los maestros de cada ramo, eran los encargados de fijar las condiciones de trabajo, así como los materiales a utilizar por el gremio y las pruebas que debían realizar los oficiales para acceder al grado de maestro.

En 1751 había únicamente 4 maestros curtidores en Ciudad Rodrigo: Francisco Acosta y Francisco, Juan y Diego Carrera. Ninguno de ellos contaba en ese momento con ningún oficial, ni aprendiz a su cargo. Había también 6 personas que se dedicaban al trato de los cueros: Felipe Montes, Sebastián Núñez, Lorenzo Baquero, Pedro Romero, Pedro Sánchez y Francisco Sánchez. Algunos, como Lorenzo Baquero trabajaban en su propia tenería. Otros, sin embargo, lo hacían en otras tenerías de la ciudad.

En 1769 se llevó a cabo un interrogatorio en el partido de Ciudad Rodrigo. En él se constata que la fábrica de curtidos y suela empleaba en ese momento a 12 o 14 personas, y era mantenida por 3 vecinos que constituían el gremio de curtidores, llamado de la Rivera.

Gracias a las ordenanzas aprobadas en 1780 se conoce que el concejo mirobrigense era quien velaba por la correcta calidad de los cueros y prohibía la venta de aquellos que estuviesen mal curtidos. Todos los cueros trabajados en la ciudad, debían ser marcados con el herrete para que se diferenciasen de los demás "so pena de 600 mrs". Los vendedores eran quienes tenían la misión de visitar tanto las tenerías como las zapaterías para comprobar la calidad del producto y quienes decidían si la calidad era aceptable para marcar con los herretes de la ciudad. También eran los encargados de controlar que no se vendiese en las tenerías ningún cuero que no estuviese correctamente herretado. 

Por las informaciones que los maestros curtidores Lorenzo Baquero y Francisco Ledesma dieron al encargado del interrogatorio para el Catastro de la Ensenada en 1749, se sabe que, en aquella época el gremio de curtidores consumía anualmente: 1215 cueros grandes destinados a baquetas y suela y 260 cueros para cordobanes y bandanas.

Las guerras debieron repercutir de forma negativa en la industria de la ciudad. Según Mateo Hernández Vegas a principios del siglo XIX ya había desaparecido parte de la industria del cuero que tanta fama había dado a Ciudad Rodrigo, y una buena fábrica que aún quedaba entre las tenerías y la alameda de Barragán fue arruinada por los franceses [8]. Poco después de los sitios de la guerra de la Independencia, en el censo de 1813 se refleja que la industria del cuero y las pieles ocupa en Ciudad Rodrigo a 36 personas, hay que tener en cuenta que aquí no solo se incluye a los curtidores, también los zapateros forman parte de esta industria.

Llegado el año 1854 trabajaban en Ciudad Rodrigo en este sector 75 personas, 70 de ellos eran zapateros. Lo que deja entrever que el curtido continuaba en decadencia en la ciudad. Este declive continuó durante el siglo XX y con él el barrio de Las Tenerías fue perdiendo paulatinamente su actividad y el menester que dio origen al nombre del barrio.



[1] AYCART, Carmen 1981 "Los cueros artísticos cordobanes y guadamacies".
[2] FITA COLOMÉ, Fidel "El Papa Alejandro III y la diócesis de Ciudad Rodrigo. Años 1173-1175"
Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 62 (1913) pp 142-157
[3] GALLARDO FERNÁNDEZ, Francisco 1808 "Origen, Progresos y Estado de las rentas de la Corona de España" Tomo VI.
[4] LARRUGA, Eugenio (1795)"Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España" Tomo XXXIV
[5] DEMERSON, Paula y Jorge. "La Sociedad Económica de Amigos del País de Ciudad Rodrigo"
[6] BRUNEL, Antonie "Viaje por España (1622-1696)"
[7] PONZ, Antonio (1792- 1794) "Viage de España"
[8] HERNÁNDEZ VEGAS, Mateo "Datos para la historia de Ciudad Rodrigo".

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