Ir al contenido principal

EDIFICIOS DESAPARECIDOS. La Casa de las Almenas y el Teatro Principal

En el espacio que en la actualidad ocupa la plaza del Buen Alcalde se ubicó la gran casa solariega de los señores de Cerralbo. Acorde al estatus de sus dueños, contaba con caballerizas, corrales, jardín y su propia capilla. Fue primera residencia de esta noble familia mirobrigense hasta que, Don Rodrigo Pacheco Osorio, I Marqués de Cerralbo, comenzó en 1533 la construcción de la que sería su nueva casa, ubicada en el ala rico de la Plaza Mayor de la ciudad (actual Abarca).

Una vez que el marqués se mudó a su nueva residencia, a la antigua se le fueron dando diversos usos. Fue utilizada como cuartel y posteriormente como convento para hospedar a las monjas Descalzas, quienes permanecieron en ella hasta que, en 1739, fueron trasladadas a su nuevo convento, situado en el Campo del Trigo. La contaduría también se instaló en ella durante un tiempo. Finalmente, tras la desidia de sus propietarios y los daños causados al edificio durante las diversas guerras, se vio abocado a la ruina hasta su total destrucción.

Placa que aún preside la Plaza
Es en el año 1849 cuando en este espacio se comenzó a construir la plaza que hoy todos conocemos. A lo largo de los años fue conocida por diversos nombres: plaza de las Descalzas Viejas, de la Contaduría, Plaza Nueva o Plaza de Béjar. No fue hasta 1929 cuando le fue dedicada al Buen Alcalde, don Manuel Sánchez-Arjona de Velasco, en muestra de gratitud por su labor durante los años que estuvo al frente del Ayuntamiento. Aún hoy se puede observar la placa conmemorativa que se colocó el 25 de mayo de 1929.

Parte del espacio llamado Campo del Marqués
A un lado de esta plaza, existe un amplio espacio que antiguamente era conocido como Campo del Marqués [1]. Ahí se ubicó una gran casa con soportales, en cuyo solar se alzaba la que fue conocida como Casa de las Almenas. En esa casa vivió don Andrés Pavón, quien se casó con doña Ana de Párraga y de su unión descienden los Miranda, los Sánchez Arjona y los Velasco [2]. Don Andrés fue regidor y familiar del santo oficio, y administró los bienes del marqués de Cerralbo.

En 1810, la casa de las Almenas fue la residencia del general Herrasti, gobernador militar de la plaza durante el sitio de las tropas napoleónicas, a quien le resultó imposible pagar el alquiler, por haber sido llevado como prisionero a Francia [3].

Posteriormente, la Casa de las Almenas fue donada a la orden del Hospital por doña Águeda Núñez de Ledesma. En el año 1846 el Hospital de la Pasión, quien en su interior había contado durante siglos con un patio de comedias, decidió retomar la actividad teatral en la ciudad y promovió en este solar la construcción del Teatro Principal.

Este espacio cultural fue todo un referente en Ciudad Rodrigo, contaba con un aforo de 610 espectadores y además de las representaciones teatrales y de llegar a contar con un cinematógrafo, en él se celebraban los animados bailes de Carnaval. Este espacio cultural estuvo en activo hasta que lamentablemente la noche del 20 de marzo de 1914 fue destruido por un gran incendio [4].

Titular del semanario Avante del 21 de marzo de 1914
Eran las 3 de la mañana cuando en Ciudad Rodrigo comenzaron a escucharse los tañidos de la campana del reloj municipal. Este aviso anunciaba a todo el vecindario la señal de fuego en el barrio de la Catedral. Autoridades, bomberos, soldados y público en general se congregaron a las puertas del Teatro Principal, de cuyo interior “se escapaban fuertes columnas de humo que daban a conocer que se trataba de un incendio de gran importancia”.

En cuanto la puerta de acceso fue derrumbada a hachazos, de su interior salieron fuertes llamaradas que “hicieron retroceder a cuantas personas querían penetrar en el local”. Pocos minutos después, todo el edificio se convirtió en una inmensa hoguera. Bomberos y particulares hicieron vanos esfuerzos para intentar colarse por las ventanas con el fin de salvar del fuego algunos de los muebles del café que ocupaba la planta principal del edificio. Dos sillas, una mesa de cocina y unos baldes de hojalata con servicio de café fueron todos los enseres que se pudieron librar de la catástrofe. Todo lo demás, excepto las paredes exteriores y dos muros interiores que formaban la herradura del teatro, quedó reducido a cenizas en apenas una hora.

Al fundirse los cables de la luz eléctrica, parte de la población quedó a oscuras, la única luz era la propiciada por la lluvia de chispas que avivadas por el aire, revoloteaban junto a grandes trozos de maderos en ignición que provocaban continuos incendios parciales a su paso. Tantos fueron los focos, que hubo momentos en los que ya no era posible atender al principal y tanto bomberos, como guarnición de la plaza, autoridades y público tuvieron que dirigir sus esfuerzos en liberar del fuego a toda las casas que ocupaban la calle del Enlosado, actualmente Cardenal Pacheco, alguna de las cuales llegó a arder con violencia.

De repente y formando gran estruendo cayó la cubierta del teatro, en ese momento, ya sin peligro de derrumbe se pudieron “concretar todos los esfuerzos en extinguir el aquel horno, en cuyo fondo, palpitaba furioso un Verdadero infierno”. Para que nos hagamos una idea de la magnitud del incendio, según la noticia sobre el suceso publicada en el semanario Avante, el incendio aún continuaba latente pasadas 33 horas desde su comienzo.




[1] Este espacio se encuentra entre las calles Talavera, Almendro y actual Cardenal Pacheco.
[2] SALAZAR Y ACHA, María Paz . “Un llamamiento para la guerra a los hidalgos de Ciudad Rodrigo en 1637”.
[3] Hernández Vegas, Mateo (1935) “Ciudad Rodrigo: La catedral y la ciudad”. Tomo I
[4] Avante: Semanario mirobrigense: Año IV Número 206 - 1914 marzo 21. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Termas públicas en Ciudad Rodrigo: Los Baños abovedados de San Albin

En la antigüedad coexistieron dos tipos de instalaciones balnearias: las termas, o grandes baños públicos, y los balnea, instalaciones privadas de dimensiones considerablemente menores que las termas.  En Occidente, a partir de los siglos V y VI solamente consta la existencia de los balnea, normalmente asociados a las élites eclesiásticas. En la península ibérica parece haberse producido una ruptura entre la tradición termal de la Antigüedad y la Edad Media. Los baños más antiguos que se conocen en la España cristiana los mandó edificar Alfonso III a comienzos del siglo X en la ciudad de Zamora, seguramente inspirados en en los modelos islámicos, pues fueron construidos por mozárabes procedentes de Toledo.  Durante el siglo XII, los monarcas cristianos levantaron numerosos baños públicos en las ciudades que fundaban en la mitad norte peninsular, que con frecuencia eran cedidos a los concejos o a la iglesia, pues estos establecimientos constituían una sólida fuente de ingresos

Leyenda de Ciudad Rodrigo: La Historia de La Coronada

Marina Alfonso, una respetada dama mirobrigense perteneciente a la influyente familia de Los Pacheco, es el personaje central de esta historia. Los documentos de la época nos revelan que era una mujer de notoria belleza y virtud, cualidades que atrajeron la pasión de un rey español que visitó la ciudad. Este monarca se obsesionó con derribar la virtud de Marina, pero ella, firme en su honor, rechazó sus avances reales e ignoró sus amenazas. El rey, inicialmente, intentó seducirla con encanto y elogios, pero ante la firme negativa de la joven y su falta de costumbre a la resistencia, recurrió a amenazas poderosas, insinuando que la familia de Marina podría sufrir su ira. Consciente del peligro que acechaba a su familia, Marina buscó refugio en las páginas de un libro titulado "Máximas del Evangelio, y resumen de la moral cristiana", donde encontró estas palabras sabias: " Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatele; quiere decir, si lo que te es más apreciable y de mayo

IRUEÑA, una joya arqueológica aún por explorar

Teniendo en cuenta que solo se puede amar aquello que se conoce, desde  Lancera de don Julián  queremos aportar nuestro granito de arena para dar a conocer esta joya vetona, pues conocerla resulta un requisito esencial para que en yacimientos ubicados en medios rurales, como es el caso del castro de Irueña, se puedan desarrollar las estrategias de investigación, protección y difusión que merecen.  Los vetones fueron los habitantes prerromanos de las tierras situadas por el Sistema Central, ocupando prácticamente la totalidad de la provincia de Ávila, buena parte de las de Salamanca y Zamora, el sector oriental de la provincia de Cáceres, el occidente toledano y la zona del noroeste portugués.  Algunos historiadores romanos, como Livio y Apiano, los presentan como un pueblo de vida sobria y carácter guerrero que participaba en los continuos enfrentamientos bélicos, junto al resto de pueblos celtíberos, durante los dos primeros siglos de la conquista romana.  Los castros son núcleos fo