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Edificios Desaparecidos: El Palacio de los Garci-Lopez de Chaves y el incendio de El Porvenir

Este palacio, del que hoy solo se conserva su torre desmochada en la Rúa del Sol, anteriormente conocida como Rúa Nueva, perteneció a uno de los linajes más poderosos y pendencieros de Ciudad Rodrigo, Los Garci-Lopez de Chaves, quienes fueron cabeza de bando de esta ciudad frente a sus rivales, los Pacheco.

Aunque su construcción se comenzó a finales del siglo XV, aprovechando los muros de un palacio anterior (s. XIV), sus obras no finalizaron hasta principios del XVI. Sin duda, fue uno de los principales palacios de la ciudad, ya en el siglo XVII, Sánchez Cabañas se refirió a él como el edificio que más campea.

Pero volviendo a la construcción del palacio de los Chaves, gracias a un documento fechado en 1518 podemos saber que Diego García de Chaves en 1496 estaba construyendo la torre que incorporaba a su palacio de la Rúa del Sol, la cual poseía troneras que apuntaban a la Plaza Mayor [1]. Los Águilas y los Silvas dieron la voz de la alarma por la construcción de la casa-torre de los Chaves y en su denuncia alegaron que tras la muerte del rey don Felipe, ciertos caballeros de la ciudad se habían alzado tomando la torre de la Catedral para poner resistencia contra el alcaide de la fortaleza, siendo favorecidos por Diego Garci López de Chaves. Siendo la torre de la catedral menos fuerte que la que construía Diego en su casa [2]. Diego Garci López de Chaves, presentó testigos en su defensa, quienes declararon sobre las cuatro casas que los Silva poseían en las actuales calle Madrid y plaza del Conde, las cuales tenían paredes aún mucho más gruesas que las que construía Diego de Chaves. Además las cuatro casas de los Silva poseían troneras y saeteras que apuntaban a las calles públicas. La de Hernán Nieto de Silva poseía una arqueta sobre la puerta de la ciudad, en referencia a la Puerta del Conde y la de Pedro de Silva contaba con una muralla de cal y canto bien alta que sojuzgaba las murallas de la ciudad misma. 

También en las Ordenanzas Municipales del 14 de junio de 1538 se hace referencia al palacio de los Chaves. En ellas se refleja que los seis regidores del linaje de los Pacheco, para la procesión del Corpus Christi, deben portar las varas del Santo Sacramento desde la Catedral hasta la casa de Luis de Chaves, que está ubicada en la plaza de San Pedro, donde les debían estar esperando los seis regidores del linaje de los Garci-López de Chaves para tomar relevo de las varas y las devuelvan a la iglesia mayor

Sánchez Cabañas, afirmaba que en la pared de su jardín, junto al pasadizo que unía este palacio con la casa aledaña, los Chaves tenían un ara romana que decía: JOVI // A.P.H.R.S.I. // LEONISIUS. Que el mismo Cabañas traducía como: Los amantes Lionisio y Lanica dedicaron esta estatua al dio Júpiter, con las cifras de sus dos corazones en medio de la luna, dando a entender por firme su lascivo amor [3]. A su vez, afirmaba que en el mismo jardín de los Chaves fue hallada otra piedra romana cuando en 1618 se sacaban los cimientos de un edificio. En esta ponía: SI LOCO // RAI, B. // CANTA // NAESO. // V.A.L.S. A pesar de no comprender su significado, afirmaba que se trataba de las dos piedras más antiguas que se hallaban en esta ciudad. Las describía como de alabastro muy blanco. También hablaba de otra piedra de alabastro que se encontraba sobre la puerta del jardín del palacio de los Chaves, al pasadizo, la cual Cabañas afirmaba que era del tiempo de los moros, como lo declaba su inscripción: APERACEICUM MAURÍ E ANN. // XXXV. MAGILONIS. F. EX TESTAM // F. C. Que traducía como: Sepultura del moro Magilón, que acabó sus días a los 35 años. Su hijo la hizo por haberlo mandado en el testamento. 

En origen, el palacio ocupó toda la manzana, con 900 metros cuadrados edificados. La torre de carácter defensivo, conocida en la actualidad como Torre del Cañón, único vestigio del palacio que se conserva, en su origen contó con una escalera de caracol y una mayor altura que la que podemos ver en la actualidad. Se puede apreciar un vano o ventana incompletos en su parte alta, lo que nos indica que la torre está incompleta o desmochada. En su origen, la torre carecía de puertas en su parte inferior, y las que hoy existen, son muy posteriores a la construcción de la torre. 

En el siglo XVII el palacio sufrió importantes daños durante la guerra de Secesión, aunque no fue hasta la guerra de la Independencia cuando fue destruido por completo. Sin embargo, gracias al Catastro de la Ensenada, podemos saber como era este palacio a mediados del siglo XVIII.

Llegado el año 1747 el palacio era ya propiedad de la marquesa de Cardeñosa y se utilizaba como cuartel de caballería. Tenía una superficie de 1068 varas superficiales cuadradas. Su fachada, en la Rúa del Sol, tenía 25 varas y dos pies de largo, a lo que habría que añadir las nueve varas por lado que mide la torre. Para hacernos una mejor idea de su envergadura, contaba con cuadras y caballerizas con capacidad para albergar más de 200 caballos. Durante la época del Catastro, siempre había instalado un destacamento de 20 soldados que se turnaba cada tres meses. 

Algunos de los planos existentes, nos muestran que poseía un gran jardín y, según el administrador de la marquesa, esta casa estaba unida a otra situada frente a ella, hacia levante, por un arco superior. En su memoria dicha calle se llama hoy, calle del Arco. 

Contaba en su interior con un patio empedrado de 31 varas y dos pies de largo por seis varas de ancho. A él se accedía a través de un portal de tres varas y dos pies de ancho y cuatro varas de alto. A ambos lados del mencionado patio se encontraban las caballerizas, de tapia y mala mampostería, sus paredes exteriores, de tres baras y un pie de alto, sin revoco alguno, el grueso de ellas, dos pies y quatro pulgadas. Su puerta, imperfecta y poco útil para el fin, teniendo solo dos varas de alto y menos de ancho [4]. Esta cuadra, con capacidad para más de 100 caballos, tiene de ancho nueve baras y un pie, incluidos los pesebres, y de largo, desde la pared de la calle, treinta y una baras. Se ubicaba a la izquierda de la puerta principal, separada por una pared medianera de otra caballeriza muy similar a esta, a la que se accedía a mano izquierda de la puerta de entrada. Esta segunda caballeriza, que contaba con 37 pesebres, tenía de largo 25 varas y siete de ancho.

Plano de la vivienda inferior y jardines del palacio

Detrás de la pared que hacía frente al patio, hacia la plaza de San Pedro, había otra cuadra a la que se bajaba a través de una pequeña rampa. Tenía 20 varas y dos pies de largo; seis varas y un pie de ancho y una altura de tres varas. Contaba con tres respiraderos de una vara de largo y un pie de ancho, que resultaban escasos para el verano y poseía los pesebres en uno de los lados. Tenía capacidad para unos 15 o 16 caballos. Según el mencionado documento, las puertas son buenas. 

Frente a la puerta principal se encontraba un corredor, debajo del cual había una pequeña cocina de cuatro varas de largo. Esta era la única cocina que servía a la tropa allí acuartelada.  Al mencionado corredor y a los entresuelos, se accedía a través de cinco escalones ubicados a cada uno de los lados. Ocupaban todo lo largo y ancho de la caballeriza que mira a la calle de San Pedro. Estaba divido en dos por un tabique, su suelo, en esta época se encontraba medianamente enladrillado, y el techo, apuntalado y poco seguro, se encontraba a una altura de tres varas y un pie. Estas dos divisiones contaban con tres reducidas ventanas para su ventilación.  

A la derecha de la entrada, se encontraba el arca de la escalera, cuyo cuadro tenía por un lado siete varas y un pie y por el otro, nueve y un pie. Tenía tres ramos y mamperlanes de piedra que guarnecían el borde de los peldaños. En el segundo descanso, se encontraba el salón común, de siete varas de largo, cuya arca no tenía desagüe y aún, a mediados del siglo XVIII, había que limpiarla a mano. El corredor contaba con una ventana, de una vara de ancho y una vara y dos pies de largo, que daba al patio. Desde él, a través de una puerta, se accedía a un salón que lindaba a la plazuela de San Pedro, en el cual habitaba la tropa. Tenía de largo 24 varas y dos pies y, de ancho, cerca de siete varas. Sus muros, con un grosor de una vara, eran de buena mampostería con sillares desbastados. Contaba con tres ventanas de una vara y un pie de ancho por una vara, un pie y seis pulgadas de alto.

Plano de la planta superior del palacio 

 A la derecha de dicha cuadra había un cuarto del mismo ancho y cuatro varas de largo, que estaba dividido por un mal construido tabique. Tenía una ventana, esta construida de buena sillería, que medía una vara y un pie de alto por una vara de ancho. Esta cuadra, está en tumba ensamblada a lo antiguo, pero de poca utilidad, a la tencera de ella ay una chimenea de buena piedra en buen estado, y uno de sus tres tirantes está mantenido por dos tornapuntas, cuyas habitaciones, una vez puestas a punto, serían capaces de albergar a cien hombres.

La distribución de las estancias del piso superior se correspondían con bastante precisión a las de las habitaciones de la planta inferior. Aunque la sucesión de los vanos o ventanas fuera diferente. 

Como ya se ha mencionado en este artículo, el palacio fue destrozado durante la guerra de la Independencia. Pero nada más comenzar el siglo XX, la sociedad mirobrigense El Porvenir acometió la construcción de una casino y de un teatro en ese mismo solar. Sin embargo, durante los carnavales de 1954, concretamente la madrugada del 2 de marzo, recién terminado el animado baile del Lunes de Carnaval,  sufrió un lamentable incendio que devastó todo el edificio en pocas horas. 

Mirobrigenses ayudando a sofocar el incendio

Parece ser que fue provocado por una colilla encendida que prendió en las innumerables serpentinas y confetis que se encontraban en el suelo. En cuestión de minutos el fuego se apoderó de toda la planta baja, la cafetería El Porvenir y el Casino. Unos chicos, empleados de la empresa El Pilar que salían con un autobús de la autoestación de dicha empresa, situada frente al edificio siniestrado fueron quienes al darse cuenta comenzaron a alertar al resto. Varios jóvenes que aún circulaban por la calle del Generalísimo consiguieron, después de grandes esfuerzos, que el conserje municipal tocase la campana en señal de alarma, pues este empleado creía que era una broma carnavalesca. Una vez convencido de la realidad del suceso hizo sonar el reloj suelto. 

Entre los primeros que acudieron al lugar del siniestro, se encontraban el dueño del café El Porvenir, don Juan José Sánchez y Sánchez que, acompañados de varios empleados, se encontraba tomando chocolate en un establecimiento abierto durante estas fiestas en la Plaza del Caudillo. El dueño y los empleados habían estado tomando una segunda cena en la cocina del café, por lo que no exageramos si decimos que habían salido del edificio un cuarto de hora o media hora antes de la señal de alarma. La primera actuación del señor Sánchez y de sus empleados fue avisar a su esposa, familiares y servidumbre, que se encontraban acostados dentro del edificio para que pudieran ponerse a salvo [5]

Cadena de mirobrigenses sofocando el incendio

A la media hora de haberse iniciado el fuego se desplomó el tejado y poco después la techumbre del café [6], que se encontraba en la primera planta. Cuando llegaron los bomberos, primero los locales y posteriormente también los de Salamanca, el edificio era ya pasto de las llamas. 

Muchos mirobrigenses acudieron a ayudar en la extinción del incendio y se hizo una cadena humana que, desde las conocidas como cocheras de Alipio, transportaban cubos de agua para intentar sofocar las llamas. Como curiosidad, esos cubos de cinc fueron cedidos de forma altruista por la ferretería Cesáreo, Sertorio y Corral, y nunca fueron devueltos. Afortunadamente, los daños fueron solo materiales, incluso el portero del Casino, logró sacar, entre otras cosas, los archivos y otros documentos importantes para esta sociedad. Sin embargo, el inmueble quedó en un estado lamentable, valorándose los daños en más de un millón y medio de las antiguas pesetas. A las que habría que sumar unas 50.000 pesetas de los instrumentos musicales de la orquesta Ritmo y de otros músicos salmantinos que habían amenizado  los bailes de carnaval. 

Estado en el que quedó el edificio



[1] AGS. Signatura CRC, 665, 11. "Antonio del Águila con Diego García de Chaves, vecinos de Ciudad Rodrigo, por la edificación de una casa-torre."
[2] COOPER, Edward: Castillos señoriales de Castilla y León, siglos XV y XVI, Tomo II, pág. 1157.
[3] SANCHEZ CABAÑAS, Antonio: Historia de M.N.Y.M.L. Ciudad de Ciudad Rodrigo, 1861, pp- 60-61.
[4]  
Catastro de la Ensenada
[5] La Gaceta Regional, 3 de marzo de 1954. 
[6] Imperio, Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S., núm. 5516, 3 de marzo de 1954, pág. 4. 






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