Ir al contenido principal

Avatares del alcázar en el siglo XX: Museo Regional y Hotel del Turismo

Don Manuel Sánchez Arjona, más conocido por los mirobrigenses como el Buen Alcalde, es sin duda una de las figuras claves en el Ciudad Rodrigo del pasado siglo. Muchas fueron las mejoras con las que dotó a Miróbriga, algunas incluso sufragadas por su propio bolsillo, pero este artículo se centrará únicamente en dos: el Museo Regional y el Hotel del Turismo, ambos ubicados en el alcázar.

En el año 1927, don Manuel Sánchez Arjona, en unión de otros caballeros amantes de la ciudad y de su historia, promovió la creación de un museo regional y ¿Qué mejor lugar para albergarlo que en el alcázar? Este proyecto motivó también la recuperación del berraco, conocido en esa época como el Berraco del Puente, ya que se encontraba enterrado y abandonado a orillas del Águeda, junto al puente, desde que el pueblo lo arrojara al agua como protesta política en el siglo anterior [1].

En sesión celebrada en el mes de septiembre de 1928 y, tras recibir el ayuntamiento la cesión del castillo por parte del Ministerio de Guerra, don Manuel Sánchez Arjona propuso la formación de un Patronato del Museo que se encargara de su creación y conservación, así como del régimen interno del mismo [2].

El patronato fundador estaba compuesto por: don Clemente Velasco como presidente; don Manuel Sánchez Arjona en el cargo de director; los vocales, eran los canónigos don Mateo Hernández Vegas y don Serafín Tella Gallego, el párroco don Jesús Pereira, el director del periódico Tierra Charra, don Jacinto Sánchez Vasconcellos, los abogados don Jesús Arjona y don Juan de Nogales Delicado, los escritores mirobrigenses don Arturo y don Alberto García Carraffa y don Fernando de Velasco [3].

Miembros del Patronato del Museo. De izquierda a derecha: Fernando de Velasco, Serafín Tella, Clemente de Velasco, Manuel Sánchez Arjona, Mateo Hernández Vegas, Jesús Sánchez Terán y Jacinto Sánchez Vasconcellos.

Muchos mirobrigenses veían el proyecto como un sueño irrealizable por su dificultad pero, tanto el Buen Alcalde como el resto de entusiastas que formaban parte del Patronato, no escatimaron esfuerzos para que su ambicioso propósito se materializara.


El lunes 15 de octubre de 1928, el Patronato del museo, convocado en el ayuntamiento por el alcalde, hizo su primera reunión [4]. Allí, tras ratificar el nombramiento de los miembros, don Manuel Sánchez Arjona les hizo entrega del alcázar, donde se instalaría el museo. En dicha sesión se nombró una comisión que sería la encargada de recibir los objetos, ya fueran en propiedad o en depósito. Estaba compuesta por: don Clemente Velasco, don Manuel Sánchez Arjona, don Mateo Hernández Vegas y don Serafín Tella.


Los objetos que hasta ese momento habían sido ofrecidos al Patronato por el Ayuntamiento eran: una bandera de milicias nacionales, otra de la guerra de Sucesión, un uniforme de don Policarpo Anzano, Intendente del ejército en el Sitio de 1810, un retrato en miniatura del mencionado señor Anzano, otra de Fernando VII, una cruz-condecoración del Sitio de Ciudad Rodrigo en la guerra de la Independencia,  un retablo formado por seis tablas pintadas del siglo XVI que hasta ese momento se ubicaba en la capilla de la cárcel, varios pergaminos miniados y un antiguo grabado, retrato de Lord Wellington.


Sin embargo, muchos fueron los particulares que donaron o cedieron infinidad de objetos al museo, entre ellos estaban: don Manuel Sánchez Arjona, que entregó dos colchas charras bordadas en seda y varios paños deshilados, el reloj de Lord Wellington, varios platos antiguos y el diario de la defensa del convento de Santa Cruz, escrito por don Ángel de Castellanos y Estrada; don Clemente Velasco facilitó una colección de paños regionales, una cruz procesal y monedas castellanas entre otros objetos; la señora de Villalcázar un uniforme de su abuelo, el héroe de la Independencia, don Manuel Díaz Taravilla; la señorita Manolita Velasco, copias, miniaturas de retratos de Lord Wellington y de Herrasti; don Mateo Hernández Vegas su colección numismática y diversos objetos artísticos; don Serafín Tella, al igual que don Jesús Pereira, aportó diversos objetos prehistóricos, entre ellos, el ídolo de Ciudad Rodrigo y fragmentos de cerámica y un hacha de bronce hallados en el dolmen de Pedrotoro y fíbulas, navajas de afeitar, ajorcas y monedas romanas recogidas en Lerilla; don Jesús Sánchez Terán una genealogía de la casa Garci-López de Chaves escrita en 1663 por fray Ambrosio de Filguera; don Jacinto Sánchez Vasconcellos las alhajas que fueran necesarias para equipar un maniquí vestido con el traje regional y unas muestras de oro nativo encontrado en el río Águeda; doña Antonia García un grabado antiguo [5]; don Isidro Pérez Oliva y don Romualdo Sánchez ofrecieron diferentes armas de la guerra de la Independencia; don Cándido Casanueva diversos objetos arqueológicos del dolmen de La Ravida; un mirobrigense, una colección de litografías y grabados de Goya; don Joaquín Aparicio libros y armas antiguas; don Severino Pacheco un arca antigua regional; el mayordomo de la cofradía de San Sebastián, tras haberlo consensuado en Junta general con el resto de cofrades, el sombrero, la espada y el bastón de mando de Lord Weelington; la señora viuda de Cornejo entregó al alcalde unos interesantes documentos de la guerra de la Independencia, entre ellos, la hoja de servicio de Don Julián Sánchez, El Charro, expedida por don José de Aranda, en la plaza de Santoña con el visto bueno del mismo Don Julián [6].


Tríptico que estuvo expuesto en el Museo Regional

Hasta ese momento, el castillo había sido utilizado como almacén de paja y lugar de cerramiento del ganado, por lo que se encontraba en un estado lamentable, nido de murciélagos y refugio de ratas y lagartos. El museo utilizaría únicamente los locales bajos del edificio que, en su día, debieron ser domicilio del gobernador. Tras las obras de acondicionamiento, donde antes había un almacén medio derruido, se construyó un gran salón dividido en cuatro compartimentos dotados de grandes vitrinas empotradas a la pared, en las que se expondrían los objetos reunidos por el Patronato. Los techos, fueron completamente restaurados, con bovedillas y viguerías de madera al descubierto. Se abrieron ventanas en la parte alta para dar claridad a todo el salón. En el suelo se colocó una pavimentación de ladrillo rojo que combinaba con cerámica del mismo color.


En un salón perpendicular a este, se crearon dos habitaciones, una contaba con una gran chimenea de piedra. En ellas se pensaba instalar una gran biblioteca pública y un despacho o salón de lectura. Frente a ellas, a mano izquierda según se accedía al patio del castillo, se habilitó la vivienda del conserje. También se restauraron numerosas almenas que antes estaban tapadas o destruidas y arreglado un ruinoso muro de la parte alta del castillo en el que se construyeron unas almenas que anteriormente no tenía [7].


El Museo Regional fue inaugurado el 26 de mayo de 1929 [8]. Se eligió esta fecha, a pesar de no estar aún terminadas las obras, para hacerla coincidir con los días previos a la feria de Mayo, en la que el Buen Alcalde había creado ese año un concurso de ganado [9] que se celebraría en el paseo de la Florida. De esta forma, los numerosos visitantes que acudirían a la ciudad esos días podrían admirar las piezas expuestas [10]. La mayoría de objetos provenían de aportaciones particulares, unas dejadas en depósito y otras cedidas sin condiciones. Había algunos cuadros de firma, entre ellos un Zurbarán, propiedad de Sánchez Arjona, y un Rivera.


En el mes de agosto de ese mismo año, entró a formar parte del patronato la primera mujer miembro, doña Caridad Aparicio, viuda de López. A esas alturas, durante los poco más de dos meses que llevaba abierto el museo, se habían recaudado 400 pesetas de las entradas [11].


Logrado el difícil propósito de creación del museo y el acondicionamiento del viejo castillo, otro de los ambiciosos proyectos que el inquieto alcalde tenía para engrandecer la ciudad era el de dotarla de un hotel de primer orden que retuviera al turista en lugar de hacerle salir huyendo. Don Manuel estaba convencido de que la ciudad poseía suficientes tesoros como para convertirse en un centro turístico de importancia. Para ello, se barajaron varios lugares, entre ellos, la ya desaparecida parroquia de San Isidoro, que en ese momento era utilizada como panera, situada en la Puerta del Conde. El lugar fue visitado en marzo de 1927 por don Manuel Sánchez Arjona, en compañía del teniente alcalde, don Joaquín Jiménez, y del señor Peypof, gerente de la Compañía Nacional de Industrias y del Turismo. Los tres caballeros coincidían en que dicho edificio reunía las condiciones para construir en él un gran Hotel de dos plantas y planta baja, en el que se podrían habilitar 26 habitaciones. Llegaron incluso a concretar la compra-venta del inmueble con Serafín Tella, propietario del edificio [12]


Sin embargo, desconociendo el motivo por el que el proyecto no llegó a materializarse, aunque suponiendo que debido a las dificultades económicas, el Buen Alcalde continuó en su empeño de dotar a Miróbriga de un hotel de categoría. El 1 de Enero de 1929, El Adelanto publicaba que don Manuel Sánchez Arjona había viajado a Madrid para gestionar con el Patronato Nacional de Turismo - en adelante PNT - la creación de un Hotel en Ciudad Rodrigo [13]. En el mes de mayo de ese mismo año, a punto de inaugurarse el Museo Regional, es cuando localizo la primera referencia a instalar el ansiado Hotel en el alcázar, compartiendo así edificio con el museo [14].


Unos meses después, el 5 de octubre, en Consejo de Ministros se acuerda la cesión del alcázar al ayuntamiento de Ciudad Rodrigo para que lo utilice como Museo y como Hospedería para turistas [15].


Aún a falta de ultimar muchos detalles [16], el 29 de septiembre de ese mismo año, a las seis de la tarde, se realiza la bendición de la nueva Hospedería por parte del obispo mirobrigense, don Manuel López Arana, quien tras pronunciar las oportunas oraciones, bendijo el comedor, el salón de tertulias y las habitaciones. Una vez terminado el acto religioso, todos los invitados fueron obsequiados con un té [17]


Sin embargo, poco después, la asociación de la prensa de Salamanca, en colaboración con don Manuel Sánchez Arjona y la prensa local, decidió organizar una gran fiesta inaugural, la fiesta de la Prensa. Con ella, la prensa salmantina quería celebrar el gran impulso que el Buen Alcalde había dado a la ciudad y, a pesar de que don Manuel había declinado todo homenaje hacia su persona, ellos deseaban que esta fiesta fuese, además de una inauguración, un homenaje al alcalde.


El gran evento dio comienzo a las 10:30 de la noche del 2 de octubre. En él, se habían dado cita las más distinguidas familias de la localidad, y muchas de Salamanca, además de representantes de prensa. Una semana antes, se habían reservado los 175 cubiertos que por valor de 12 pesetas había disponibles para la cena americana. Entre los asistentes, se encontraban los directivos del PNT.


El menú, que fue servido en una vajilla de época, consistió en Entremeses variados, consomé frío o caliente, tournedós Enrique II, filetes de lenguado [con] salsa holandesa, perdiz asada [con] salsa crema, ensalada, bananas al Kirsch, frutas y queso, café moka. Durante la cena se vivió un emotivo momento cuando en la mesa de los periodistas, estos alzaron sus copas y brindaron a una: ¡Por el Buen Alcalde! [18]


Fiesta de inauguración del Parador

La velada fue amenizada por el sexteto salmantino Jazz-Band, que actuó bajo la dirección de Gerardo Gombau y cuya contratación ascendió a 5.000 pesetas. La cena fue a la americana, bailándose entre plato y plato y al final de la misma se celebró un animadísimo baile. Para que la fiesta tuviera un sello de selección, las señoras debían vestir trajes de noche y los caballeros de etiqueta u oscuro.


Para los mirobrigenses que no pudieron asistir a la cena se celebró una verbena en los patios del castillo.


La explotación del hotel, fue arrendada por Leandro Esteban, quien durante muchos años había sido cocinero en el express de lujo Lisboa - París. Contaba con un cocinero madrileño, dos camareros, dos ayudantes y dos camareras. Doy por hecho que esta diferenciación por sexos es motivada a que, en el caso de las mujeres, eran camareras de pisos, es decir, quienes se encargaban de la limpieza de las habitaciones. 


Nada más cruzar el umbral, en el pequeño hall de entrada, colgaban de las paredes cuadros del pintor mirobrigense Enrique García Medina, abuelo del también pintor Carlos García Medina. Contaba con un comedor y un salón social, además de la cocina, instalada en el sótano, servicios higiénicos y pequeñas terrazas que serán habilitadas enseguida para tomar el sol en ellas. En ese momento, se trabajaba para habilitar un pequeño casino de concurrencia limitada [19], el cual, según he observado en noticias posteriores, debió estar dispuesto al poco tiempo.


En sus inicios, la hospedería contaba con 11 habitaciones. Excepto dos ellas, que tenían baño independiente, el resto compartían un único baño. Todas contaban con calefacción central, camas de metal de tipo moderno para la época, mesillas de noche, agua corriente caliente y fría, armario empotrado, un escritorio, un butacón y lujosa ropa de cama. 


Habitación del Hotel del Castillo (Entre 1930 y 1936) Foto: Otto Wunderlich

Los precios que se ajustaron para la pensión Completa en habitación con baño fueron de 10 pesetas diarias para los huéspedes fijos, 12 para los viajantes y 15 para los corrientes, es decir, turistas de paso.  El precio del cubierto, tanto para almuerzo como cena sin alojamiento, era de 5 pesetas.

Anuncio publicado en Tierra Charra

Sin duda, el prestigioso hotel atrajo a numerosas personas a la ciudad. Durante un tiempo, todos los miércoles por la tarde se celebraba el llamado Te de Moda en unos de sus salones [20]. A él, además de familias mirobrigenses, acudían estudiantes de Salamanca e incluso algunas jóvenes damas portuguesas [21]. También se realizaron diversos eventos, como el banquete en homenaje al doctor salmantino Iñigo Maldonado, para el que se trasladaron en automóvil desde Salamanca importantes personalidades, como diputados provinciales, el presidente de la Cámara de Comercio, catedráticos, notarios, procuradores judiciales, inspectores de Hacienda o cirujanos, quienes tras el banquete, aprovecharon para visitar los atractivos de Miróbriga. Otros eventos habituales eran bodas de parejas pudientes y concurridos bailes de carnaval. 

El 29 de mayo de 1930, con una cena americana, se celebra la inauguración del Farinato Club, un nuevo Casino-tertulia en el salón contiguo al comedor del hotel, que contaba con hermosos ventanales sobre el río Águeda y se comunicaba con la zona de la muralla conocida como Batería de los morteros [22]. Dicha sociedad se componía de 30 socios sin que este número pudiera verse aumentado, ya que únicamente podría entrar un nuevo socio en el caso de que se produjera antes alguna baja de los ya existentes [23].

Sala de Baile y al fondo el comedor- 1929 - Foto Pazos


El 8 de noviembre de 1930, el presidente y el director del patronato del Museo renuncian a la cesión de parte del castillo [24], al mismo tiempo, solicitan al ayuntamiento la cesión del alcázar al PNT. Reunida la corporación municipal en pleno extraordinario, se decide por unanimidad hacer la cesión de una parte del castillo, a excepción del museo que continuaría en propiedad del patronato del mismo [25].


Pocos días antes, don Manuel Sánchez Arjona, alcalde de Ciudad Rodrigo y miembro de la patronal del Museo Regional, en uno de sus viajes a Madrid se había reunido con el señor Sangróniz, secretario general del PNT con el fin de continuar estudiando las bases por las que dicha entidad debía quedarse con el Hotel del Castillo. El señor Sangróniz le hizo saber al alcalde mirobrigense que la hospedería les había causado una muy buena impresión, por lo que tras haber tratado el asunto de su adquisición en una Junta, todos los consejeros habían visto con buenos ojos que el Hotel del Castillo de Ciudad Rodrigo pasase a pertenecer al PNT.


En dicha reunión, se acordó que a finales de ese mismo mes de noviembre o primeros de diciembre vendrían a Ciudad Rodrigo los arquitectos para la tasación de las obras hechas en la adaptación a hospedería y, probablemente entonces, se realizaría el traspaso una vez que el Patronato pagase la tasación que hicieran los arquitectos. El Museo Regional, seguiría funcionando, tal y como estaba constituido, y en el hotel, se aumentaría el número de habitaciones [26]


Fue el 28 de febrero del año siguiente cuando, mediante escritura pública y ante el notario de Ciudad Rodrigo, don Carlos Mendigudica y Carreche, se otorgó la cesión de los derechos del ayuntamiento sobre el alcázar al PNT. La escritura fue otorgada por el alcalde, que en ese momento era don Santiago Martín García, a don Francisco Hernández Caamaño como representante del PNT [27].


Desde que se produce dicha cesión, el hasta entonces llamado Hotel del Turismo u Hotel del Castillo, entra a formar parte de la red hotelera del estado convirtiéndose en Parador. De esta forma, el Comité Directivo del Patronato pretendía, junto con el recién adquirido en Mérida, completar el servicio de las principales carreteras que conducían a Portugal [28]. Cabe destacar que, el de Ciudad Rodrigo, fue uno de los primeros cinco Paradores de la PNT junto al de Gredos, Oropesa, Úbeda y Mérida.


A pesar de que la primera reforma, así como el acondicionamiento del castillo, fueron promovidas por el alcalde don José Manuel Sánchez Arjona, una vez otorgada la cesión, el PNT realizó un ligero acondicionamiento, cuyas obras terminaron en junio de 1931 [29]. Además de unas obras menores, centradas sobre todo en temas decorativos, como la creación de grandes chimeneas en algunas de sus estancias en un intento de emular los banquetes medievales [30], se abrió una nueva puerta de acceso en la fachada norte del alcázar, dejando la puerta original - fachada este - relegada a puerta de carruajes [31]. En 1710 el acceso a la fortaleza se producía por la mencionada fachada de la parte este, para ello, era necesario salvar un puente y un pequeño foso exterior que daba paso a un segundo recinto de murallas de forma redondeada que se ha perdido en la actualidad debido al desarrollo urbano de la ciudad. 


Acceso norte. Foto de 1960


En noviembre de 1935, siendo ya alcalde el señor del Valle, visitaron la ciudad don Enrique Cabestany, alto funcionario del la PNT y el señor Sepúlveda, arquitecto del Ministerio de Instrucción y Bellas Artes. El objetivo de esta visita era disponer diversas obras, por valor de 100.000 pesetas en el Hotel del Turismo. El ayuntamiento llevaba tiempo intentando que el mencionado patronato, realizase dichas mejoras en las inmediaciones del alcázar, ya que a la vez que hermosearían la ciudad, darían trabajo a los obreros parados.

En estas fechas y desde hacía poco tiempo, el castillo ya no albergaba el Museo Regional. Espacio que se aprovecharía para dar mayor amplitud al alojamiento, con la creación de unas 14 nuevas habitaciones [32]. Con dicha ampliación se pretendía tener capacidad para alojar a grupos de turistas más grandes, que serían atraídos a la ciudad por el PNT.


El sitio conocido como El Teso, sería allanado para convertirlo en jardín, para cuya creación se destinarían 25.000 de las 100.000 pesetas que supondría el total de las obras [33]. También desaparecería la buñolería, de reciente creación, que se ubicaba en la parte alta del mencionado teso y que afeaba la vista, y una amplia carretera, uniría la calle Juan Arias con el Hotel, cuya entrada sería ampliada.


Una vez finalizada la guerra civil, desapareció el PNT, que había sido creado por el estado en 1928 y contaba en ese momento con 17 establecimientos, y el Servicio Nacional del Turismo se transformó en la Dirección General de Turismo (1939-1951). 


Se había solicitado al Ministerio de Guerra la cesión de los cuerpos de guardia que existían en la muralla, junto a la puerta principal del castillo, con el fin de convertirlos en garajes para uso de los turistas [34]. También se le había solicitado permiso para llevar a cabo la demolición del almacén y la casa que hasta ese momento existían adosados al foso del castillo y tanto le afeaban. Finalmente se ampliaría la plaza del Castillo, ubicada entre el hotel y el colegio que en ese momento se hallaba en construcción y que se llamaría Los Sitios, en conmemoración a los avatares en que se vio envuelta la ciudad durante la guerra de la Independencia. Las obras mencionadas, dieron comienzo solo unos días después de la visita, concretamente, el lunes 11 de noviembre de 1935 [35]


Desconozco la duración de las mencionadas obras, aunque debieron prolongarse algunos años, pues el 2 de julio de 1939, El Adelanto publicaba en una nota de sociedad que al hallarse aplazadas las obras de reforma, - sin hacer referencia a motivo alguno ¿quizá la guerra civil? - el maestro de las mismas y su familia partían para Huesca [36]


Puerta Norte, abierta en 1931 - Fotografía del año 1934

Una vez finalizada la guerra, con el despegue del turismo, surgió la necesidad de ampliar los Paradores existentes. En esa época, el de Ciudad Rodrigo, contaba ya con 18 habitaciones. 


En 1954 se llevó a cabo otra ampliación, para ello se construyó un anexo de nueva planta en la parcela colindante. Este nuevo edificio, se conectaba con el alcázar con un patio central [37]. Tras esta ampliación, el número de habitaciones pasó de 38 a 58 [38].


Durante casi cien años el alcázar ha sufrido sucesivas reformas, que han ido cambiando la configuración inicial del establecimiento hotelero, la última de gran envergadura, en 1998 cuando el establecimiento recupero su entrada principal por la puerta original del alcázar, la de su fachada este.



[1] Tierra Charra, Núm. 2, 23 de noviembre de 1927, pág. 6.
[2] El Adelanto, Núm. 13614, 25 de septiembre de 1928, pág. 8.
[3] El Adelanto, Núm. 13822, 28 de mayo de 1929, pág.4.
[4] Tierra Charra, Núm. 55, 21 de octubre de 1928, pág. 6.
[5] El Adelanto, Núm. 13639, 24 de octubre de 1928, pág. 6.
[6] Tierra Charra, Núm. 57, 4 de noviembre de 1928. [7] Tierra Charra, Núm. 81, 21 de abril de 1929, pág. 6.
[8] El periódico Tierra Charra, del 31 de diciembre de 1929,describe el acto como el Acontecimiento del año.
[9] Tierra Charra, Núm. 74, 3 de marzo de 1929, pág. 13.
[10] El Adelanto, Núm. 13818, 23 de mayo de 1929, pág. 9.
[11] Tierra Charra, Núm. 70, 11 de agosto de 1929.
[12] El Adelanto, Núm. 13156, 5 de abril de 1927, pág. 5.
[13] El Adelanto, Núm. 13698, 1 de enero de 1929, pág. 11.
[14] Tierra Charra, Núm. 120, 19 de enero de 1929, pág. 5.
[15] El Adelanto, Núm. 13935, 6 de octubre de 1929, pág. 5.
[16] En ese momento, las obras estaban ya muy adelantadas y se habían finalizado las del comedor, el salón, el hall y algunas de las habitaciones. De ellas se hace referencia en: El Adelanto, Núm. 13923, 22 de septiembre de 1929, pág. 2. // El Adelanto, Núm. 13927, 27 de septiembre de 1929, pág. 3.  [17] El Adelanto, Núm. 13930, 1 de octubre de 1929, pág. 4. [18] El Adelanto, Núm. 13933, 4 de octubre de 1929, pág. 3. [19] El Adelanto, Núm. 13822, 28 de mayo de 1929, pág.4.  [20] El primero se celebró el miércoles 9 de octubre de 1929. El Adelanto, Núm. 13941, 13 de octubre de 1929, pág. 8. [21] El Adelanto, Núm. 14035, 1 de febrero de 1930, pág. 4. [22] Tierra Charra, Núm. 138, 1 de junio de 1930, pág. 6. [23] El Adelanto, Núm. 14129, 24 de mayo de 1930, pág. 6.  [24] AHMCR, Actas Municipales, sesión extraordinaria del 8 de noviembre de 1930. [25] El Adelanto, Núm. 14276, 12 de noviembre de 1930, pág. 7. [26] Tierra Charra, Núm. 160, 2 de noviembre de 1930, pág. 9. [27] El Adelanto, Núm. 14370, 4 de marzo de 1931, pág. 8.
[28] FERNÁNDEZ FUSTER, Luis: Temas españoles: Albergues y Paradores, Núm. 309, (2ª Ed.),1959, pp.6-7.
[29] RODRÍGUEZ PÉREZ, Mª José: La red de alojamientos turísticos del Estado. Génesis y desarrollo (1928-1940), Instituto de Turismo de España, pág. 230. 
[30] RODRÍGUEZ PÉREZ, Mª José: La rehabilitación de construcciones militares para uso hotelero: La red de Paradores de Turismo (1928-2012), (Tesis) 2013, pág. 522.
[31] Nota del A. En la reforma del 1998, el arquitecto Carlos Fernández Cuenca devolvió a la puerta original su función, relegando la puerta creada por el Patronato Nacional del Turismo a acceso secundario.
[32] Miróbriga, Núm. 694, 10 de noviembre de 1935, pág. 2.
[33] Miróbriga, Núm. 697, 1 de diciembre de 1935, pág. 3.
[34] El precio que se fijó para estas plazas de garaje, ubicadas en el antiguo foso, fue de 3 pesetas diarias.
[35] Miróbriga, Núm. 695, 10 de noviembre de 1935, pág. 3.
[36] El Adelanto, Núm. 16938, 2 de julio de 1939, pág. 5.
[37] RODRÍGUEZ PÉREZ, Mª José: La rehabilitación de construcciones militares para uso hotelero: La red de Paradores de Turismo (1928-2012), (Tesis) 2013, pág. 510.
[38] Ibidem, pág. 506.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Termas públicas en Ciudad Rodrigo: Los Baños abovedados de San Albin

En la antigüedad coexistieron dos tipos de instalaciones balnearias: las termas, o grandes baños públicos, y los balnea, instalaciones privadas de dimensiones considerablemente menores que las termas.  En Occidente, a partir de los siglos V y VI solamente consta la existencia de los balnea, normalmente asociados a las élites eclesiásticas. En la península ibérica parece haberse producido una ruptura entre la tradición termal de la Antigüedad y la Edad Media. Los baños más antiguos que se conocen en la España cristiana los mandó edificar Alfonso III a comienzos del siglo X en la ciudad de Zamora, seguramente inspirados en en los modelos islámicos, pues fueron construidos por mozárabes procedentes de Toledo.  Durante el siglo XII, los monarcas cristianos levantaron numerosos baños públicos en las ciudades que fundaban en la mitad norte peninsular, que con frecuencia eran cedidos a los concejos o a la iglesia, pues estos establecimientos constituían una sólida fuente de ingresos

Leyenda de Ciudad Rodrigo: La Historia de La Coronada

Marina Alfonso, una respetada dama mirobrigense perteneciente a la influyente familia de Los Pacheco, es el personaje central de esta historia. Los documentos de la época nos revelan que era una mujer de notoria belleza y virtud, cualidades que atrajeron la pasión de un rey español que visitó la ciudad. Este monarca se obsesionó con derribar la virtud de Marina, pero ella, firme en su honor, rechazó sus avances reales e ignoró sus amenazas. El rey, inicialmente, intentó seducirla con encanto y elogios, pero ante la firme negativa de la joven y su falta de costumbre a la resistencia, recurrió a amenazas poderosas, insinuando que la familia de Marina podría sufrir su ira. Consciente del peligro que acechaba a su familia, Marina buscó refugio en las páginas de un libro titulado "Máximas del Evangelio, y resumen de la moral cristiana", donde encontró estas palabras sabias: " Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatele; quiere decir, si lo que te es más apreciable y de mayo

IRUEÑA, una joya arqueológica aún por explorar

Teniendo en cuenta que solo se puede amar aquello que se conoce, desde  Lancera de don Julián  queremos aportar nuestro granito de arena para dar a conocer esta joya vetona, pues conocerla resulta un requisito esencial para que en yacimientos ubicados en medios rurales, como es el caso del castro de Irueña, se puedan desarrollar las estrategias de investigación, protección y difusión que merecen.  Los vetones fueron los habitantes prerromanos de las tierras situadas por el Sistema Central, ocupando prácticamente la totalidad de la provincia de Ávila, buena parte de las de Salamanca y Zamora, el sector oriental de la provincia de Cáceres, el occidente toledano y la zona del noroeste portugués.  Algunos historiadores romanos, como Livio y Apiano, los presentan como un pueblo de vida sobria y carácter guerrero que participaba en los continuos enfrentamientos bélicos, junto al resto de pueblos celtíberos, durante los dos primeros siglos de la conquista romana.  Los castros son núcleos fo