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¿Cómo se vivía en Ciudad Rodrigo hace 100 años? Parte VI: Los baños

La higiene y la falta de agua corriente en la mayoría de las casas, establecía la necesidad de bañarse en la época de grandes calores. Para ello existían unas ordenanzas municipales para que los mirobrigenses lo hiciesen de acuerdo a unas normas de moral y ética conformes a lo establecido en aquella época. Estaba prohibido bañarse en el río en ningún sitio que tuviera más de un metro de profundidad, a excepción de quienes, siendo mayores de edad, conocieran las reglas de la natación [1]. Los niños de ambos sexos menores de 14 años no podían bañarse en el río si no estaban vigilados por algún adulto. 

Los sitios marcados para el baño, eran: para las mujeres, las márgenes del río frente a la Alameda Vieja, los hombres que sabían nadar en Los Cañitos y los que no sabían, en la parte baja de la alameda de Barragán, hasta la fábrica de Iglesias. También había un lugar marcado para bañar a las caballerías, la parte de la alameda de Barragán que iba desde el malecón hasta el sitio destinado a los hombres que no sabían nadar. 

Según el artículo 205 del mencionado reglamento, todos los bañistas, independientemente de su sexo, debían bañarse en la forma que aconseja la decencia, honestidad y la moral pública, cumpliendo con exactitud cuantas disposiciones sobre el particular tuviese a bien dictar la autoridad local. Cuantas faltas se comentan en este sentido, serán castigadas severamente. Al parecer, este reglamento no solía cumplirse o al menos, eso afirmaba el doctor Manzano: no suelen cumplirse tales reglas y por eso son bastantes las escenas inmorales que se presencian [2].

Además del río, existían en dentro del término municipal de Ciudad Rodrigo dos edificios con agua de manantial destinados a baños públicos. Un balneario se hallaba enclavado en la dehesa, de propiedad particular, llamada de San Miguel de Caldillas. Según el galeno, distaba a unos 10 o 12 km de mal camino y contaba con unos antiguos edificios muy bajos de techo y muy descuidados. Situados en medio de un frondoso valle. [...] Tiene abundante agua ligeramente templada y potable, pero de escasa composición mineral. Dícese que en su tiempo fueron termas oficiales, desconocemos este detalle. Pueden con ventaja, ser utilizadas dada la pureza y temperatura del agua, en algunas enfermedades de la piel, reumas musculares, ligeros estados de trastornos nerviosos, en las dismenorreas y otros trastornos menstruales de la mujer. Pudiesen modificarse poniendo en mejores condiciones los locales destinados a cuartos de bañistas, construyendo también habitaciones particulares para tomar baños. Sus aguas, que estaban siempre a 28 grados, se tenían por medicinales y el balneario ya era citado en un documento de 1171 [3]

Al parecer, antiguamente era una simple charca de acceso libre a la que iban a bañarse los enfermos hasta que, a mediados del siglo XIX, se construyó el balneario. Sabemos que, al menos en 1852, cuando se construyó el balneario, se había cercado la balsa de cuyo fondo brotaban las aguas medicinales y dividido con una tapia formado dos estanques para los dos sexos. Estos tenían cinco cuartas - 50.80 cm. - de profundidad [4]. En el primer estanque se habían construido dos cuartos con pilas para tomar baños particulares y en el otro, se recibía el chorro. El agua, inodora y potable,  rompía en innumerables burbujas al llegar a la superficie. Los baños estaban cubiertos por toldos y existía un andén para desnudarse.   Se había construido un edificio para hospedería, que constaba con seis cuartos, cada uno era lo suficientemente grande como para alojar a una familia, a la que se le hacía entrega de loza y otros enseres. También contaba con una gran sala, llamada el Casetón en la que se podían alojar muchos bañistas de menos ingresos [5] y una cocina para el uso de todos. Se encontraba abierto desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre.

Se puso a un encargado de mantener el orden y expender los tickets para el baño a horas fijas mediante una módica cantidad. El número de enfermos que acudían a él fue en aumento, llegando a 600 algunos años. Sin embargo, la afluencia de público comenzó a disminuir a finales del siglo XIX, al parecer, en 1899 ya se habían abandonado como baños oficiales [6]. Según parece por alguna noticia de prensa de la época, a finales de siglo sus habitaciones e instalaciones se habían quedado obsoletas y el balneario se encontraba en estado de abandono [7]. Aunque aún en los años 1924 y 1929 se pueden encontrar noticias de personas distinguidas que acudían a ellos para pasar el verano. 

Estado de la balsa en 2010, publicada en el libro de Carnaval

El otro baldenario, llamado de San Giraldo, estaba ubicado a unos 4 km. y era propiedad del Ayuntamiento, por lo que en ellos debían cumplirse las mismas leyes respecto a la vestimenta y la moral que en el río. Allí emergía un hermoso venero de agua procedente de la inmediata sierra, que eran conocida a nivel popular como Sierro. El agua era conducida desde aquí, a través de una tubería de bastante diámetro hasta el balneario. El local constaba de un solo piso, dividido en dos salas más un pasillo. Contaba con dos depósitos de agua, uno se conservaba en buenas condiciones tanto de limpieza como de capacidad y el otro se hallaba, ya hace 100 años, muy abandonado. Según el doctor Manzano, estos baños se hallaban ya muy descuidados y en esa época solían acudir muy pocos bañistas. Lástima que siendo buena y abundante el agua, y sus alrededores amenos, no se arregla de forma apropiada y por poco dinero; podrían disponer los habitantes de esta ciudad de un sitio fresco apropósito para pasar algunos días durante el verano y con poco dispendio bañarse a la vez. 

Años atrás habían sido muy concurridos, incluso la empresa de carruajes La Salmantina puso servicio diario de viajes desde Ciudad Rodrigo hasta los baños de San Giraldo en el verano de 1878, por un precio de dos reales ida y vuelta [8]. Sin embargo, debía ser cierto lo que el doctor afirmaba acerca del mal estado hace 100 años, pues en varios periódicos de esa época aparecen noticias sobre destrozos realizados en estos baños como: Sabemos los nombres de algunos jovencitos que, a pedrada limpia, destrozaron la compuerta de los baños de San Giraldo [9]. O la de 1924 que decía: Hemos visto con desagradable sorpresa el estado lastimoso en el que se encuentran los acreditados baños de San Giraldo. Se nos dice que a consecuencia de una gran avenida de agua se deshizo en varios metros la cañería que por nadie se ha intentado reparar. ¿Por qué no se coloca si quiera provisionalmente una tubería de chapa galvanizada para aprovechar los baños en esta temporada en que tanta gente acude a buscar higiene a San Giraldo[10]Parece que, ante la queja del semanario, la mencionada tubería fue reparada, pues la semana después publicaba: Con gran satisfacción damos cuenta a nuestros lectores que ha quedado completamente reparada la tubería de los pintorescos baños de San Giraldo. Mucho nos alegramos, no solo por los numerosos bañistas que lo frecuentan sino por las distinguidas familias que acostumbran a pasar allí la temporada veraniega [11].

Pero el arreglo fue únicamente un apaño temporal, pues solo un año después, en 1925, el mismo bañero de San Giraldo decía que ante el terrible abandono en que se encuentra el balneario, agradecería que alguien le ayudase a arreglarlo para que pueda haber baños esta temporada, ya que el Ayuntamiento no puede ocuparse de estas cosas, ahora [12]. Desconozco si ese verano los mirobrigenses pudieron disfrutar del balneario, todo apunta a que no, aunque sí lo hicieron el verano de 1926: Con gran complacencia hemos visto los trabajos llevados a efecto en arreglo de los baños de San Giraldo por parte de nuestro Ilmo. Ayuntamiento. Se ha revestido de cemento el piso y paredes, que ya dejaban mucho que desear, y se trabaja en la limpieza y recomposición de la tubería que se hallaba harto deficiente [13].

Manantial de San Giraldo

Parece ser que la reforma animó a hacer aún más mejoras e incluso invertir en los baños, ya que el verano siguiente se publicó: Para los hombres ya maduros tiene San Giraldo el encanto de la evocación de otros tiempos; para los jóvenes, el atractivo mayor en estos días en que Febo empieza a hacer de las suyas... Es San Giraldo el balneario único en nuestra ciudad y a fe que el tiempo destructor no consiguió que perdiera su fama ni la devoción que los farinatos le guardan de antiguo, a pesar de que la incuria y el abandono abonaron en gran parte el desmoronamiento de los rústicos baños de la vieja "Fuente-calda". Hace poco más de un año que el Ayuntamiento - gracias al fervoroso interés que en ello puso el entonces alcalde don Calixto Ballesteros - arregló aquel paraje en ruinas, quedando la piscina limpia y arreglada y sus inmediaciones también. Desde entonces la concurrencia a los típicos baños fue creciendo y hoy bien puede decirse que ha llegado al apogeo de que gozara hace cuarenta años. Los numerosos automóviles, particulares de alquiler con que hoy cuenta la población, realizaron en parte el milagro, pues antiguamente, la escasez de medios cómodos de locomoción impedían la asiduidad de los bañistas al pintoresco sitio. Sin embargo, la reparación de los baños y la afición creciente del público a visitarlo, se hermanaban difícilmente por lo inhóspito del antiguo Parador que allí hay y que era obligado complemento de la excursión, si bien servía de poco porque carecía de un surtido adecuado de comestibles conservas, licores, etc.

El Eco del Águeda, 6 de junio de 1927
 

Afortunadamente, la adquisición en arriendo de San Giraldo por un conocido y laborioso industrial, ha venido a resolver por completo los inconvenientes con que tropezaban cuantos hacían excursiones a aquel pintoresco lugar que necesariamente tenían que llevar de casa las viandas. Dicho industrial es nuestro querido amigo don Antoliano Moretón, que en un principio alquiló la finca con el exclusivo objeto de proporcionarse un recreo sin ninguna mira utilitaria. Con la desaparición del antiguo mesón  se originaba una seria dificultad para los excursionistas ya que aunque poco siempre se encontraba allí algo con que matar el gusanillo. Los asiduos visitantes de San Giraldo, en su totalidad muy amigos del señor Moretón, hicieron ver a este la conveniencia de instalar allí un merendero y accediendo gustoso a ello ha montado un servicio de "bar-restaurant, sui géneris", gracias al cual nada deja de desear la estancia en aquel paraje. En el antigua mesón, desprovisto ya de su carácter de parador de la arriería, ha sido instalado un figón muy bien surtido en el que, a precios muy económicos, encuentra el excursionista toda clase de viandas, conservas, vinos, licores y cuanto la "frivolidad gastronómica" moderna pueda apetecer. Tenemos entendido, que algunas distinguidas familias piensan - según otros años venían haciendo - pasar la temporada de verano en San Giraldo, ya que las reparaciones recientemente hechas en las habitaciones permiten el cómodo alojamiento de los bañistas. Siendo así, es de esperar que el número de los que maten sus ocios veraniegos en la típica "playa" mirobrigense aumente de un modo considerable, de lo cual nos alegramos [14].






 [1] "Sección Quinta. Baños". La Iberia, Núm. 36, 27 de diciembre de 1903.
 [2] SÁNCHEZ MANZANO, Marcelo: Datos para la geografía médica de Ciudad Rodrigo, 1920, pp. 26-28.
 [3] FITA, Fidel: Boletín de la Real Academia de la historia, 1913, pág. 545
 [4] Revista Salmantina, Núm. 23, 8 de julio de 1852, pp. 1-2.
 [5] RUBIO, Pedro María: Tratado completo de las fuentes minerales de España, 1853, pág. 128.
 [6] VELASCO MORGADO, Raúl: "Contribución a la historia de la hidroterapia en Ciudad Rodrigo: las aguas medicinales de San Miguel de Caldillas". Libro de Carnaval 2010, pp. 333-335.
 [7] El Progreso, Núm. 28, 27 de julio de 1884, pág. 3.
 [8] El Eco del Águeda, 11 de julio de 1878.
 [9] La Iberia, Núm. 484, 27 de julio de 1912, pág. 3.
 [10] Miróbriga, Núm. 120, 13 de julio de 1924, pág. 3.
 [11] Miróbriga, Núm. 121, 20 de julio de 1924, pág. 3.
 [12] El Eco del Águeda, Núm. 36, 9 de julio de 1925, pág. 1.
 [13] Miróbriga, Núm. 225, 18 de julio de 1926, pág. 3.
 [14] "San Giraldo, playa mirobrigense". El Eco del Águeda, Núm. 132, 6 de junio de 1927, pág. 5.

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