Una profesión hoy desaparecida pero que en el pasado tuvo mucha importancia para la sociedad: el sereno. Esta figura surgió en el siglo XVIII. Era el encargado de vigilar las calles de las ciudades durante la noche y el origen de su nombre viene porque iban cantando las horas y dando el tiempo atmosférico, “las dos y lluvioso” o “las ocho y sereno”, etc.
Solían vestir con un capote y una gorra de plato. En los primeros años, era habitual que fuesen armados con un chuzo o palo con una lanza corta o pincho en la punta, un farol y un silbato para dar avisos.
Los serenos, al primer indicio de alboroto, hacían sonar su silbato, por lo que las noches estaban llenas de continuos pitidos, por lo que se dejó de dar importancia a tales avisos y de ahí tiene el origen la antigua frase, “tomar a alguien por el pito del sereno”.
Los serenos de barrio guardaban las llaves de las viviendas y eran los encargados de abrir la puerta a los vecinos cuando alguien llegaba de noche. Las llaves antiguas eran enormes, por lo que para no tener que cargar con ellas, los vecinos que llegaban a sus casas durante la noche, avisaban al sereno para que les abrieran sus casas.
Algunos valientes, se entretuvieron días pasados en golpear brutalmente a un sereno municipal, durante el día, por motivo de escuchar cuando estaba en ejercicio de sus funciones, la conversación de uno de los majos con su novia. Suponemos entenderá de este asunto el juzgado [2] .
Los serenos, además de intervenir en peleas, debían hacer que las tabernas y los bailes cumpliesen con la hora de cierre y de avisar al encargado del reloj y de la campana de los incendios, como el ocurrido en la noche del 6 de abril de 1910:
Con el fuego ocurrido en la madrugada del 6 del corriente en la farmacia y droguería de los herederos de don José Pérez Martín, se ha puesto de manifiesto y yo de ello me he convencido, el que en Ciudad Rodrigo disfrutamos, al menos de noche, de una tranquilidad patriarcal; porque cuidado, y lo digo porque lo presencié, que el sereno municipal Ángel Cascón y el particular de la Plaza Mayor Jesús Martín, tocaron con fuerza y con insistencia el pito de alarma y lo que tardaron en reunirse sus compañeros: ¡qué de voces pidiendo auxilio y todos, incluso los de la misma casa siniestrada, tan tranquilos! ¿Y los aldabonazos y golpes que se dieron en la puerta del Ayuntamiento para avisar al encargado del reloj? y nada, tranquilidad y reposo absoluto; o en ello influyó la distancia, el aire o algún elemento para mi desconocido o nos cogió a todos en el primer sueño, porque yo aun cuando con precipitación me llamaron y me levanté en igual forma, estaba también en el primer sueño.
¿No sería conveniente, señor Alcalde, en vista de lo ocurrido, que tuviera una llave de la puerta del Ayuntamiento el sereno particular de la Plaza, ya que el sitio destinado a vivienda del portero, está muy retirado de la puerta indicada, por lo que nada de particular tiene, que este no oiga enseguida? ¿No sería también conveniente señor Alcalde, el que a los serenos se les facilitara bocina en vez del anticuado e inútil pitoi que usan ahora? [3]
Esta profesión desapareció por completo a finales del siglo XX.
[1] La Iberia, Núm 42, 7 de febrero de 1904, pág. 3.
[2] La Iberia, Núm 24, 4 de octubre de 1903, pág. 3
[3] La Iberia, Núm 364, 9 de abril de 1910, pág. 3.
Comentarios
Publicar un comentario