En la esquina de la Glorieta, entre las calles Laguna y Santa Clara, existió una magnífica iglesia, hoy desaparecida. Debido a su gran tamaño y su traza, hizo las funciones de catedral. Fue elegida como sede episcopal por el rey don Fernando , quien señaló a 18 canónigos para el servicio y culto de este templo, todos ellos monjes que residían en clausura junto a su obispo, guardando la regla de don Benito, como era costumbre en esa época en todas las catedrales españolas [1] . Estos canónigos vivieron allí hasta que, 35 años después, abandonaron la vida en el claustro y pasaron a residir en casas particulares. Cuando la ciudad fue acometida por los moros en el año 1165, ya estaba iniciada la construcción de la muralla, al encontrarse este templo fuera de su protección, el el rey don Fernando ordenó edificar otro templo de mejor obra, dentro de los límites de la muralla. La catedral no debía estar expuesta a las incursiones del enemigo. El lugar elegido fue el situado entre las pu...