La parroquia de San Pelayo, hoy desaparecida, estuvo a extramuros, en el lugar del foso donde en la actualidad se instala el mercadillo sabatino. De ella tomó el nombre el postigo de la muralla llamado de San Pelayo que, posteriormente, pasó a ser conocido como de Santi Spíritus por haberse fundado, también en sus inmediaciones, el convento de Santi Spíritus en 1536 [1].
Gracias al historiador Sánchez Cabañas se sabe que el estado de la iglesia de San Pelayo era ya ruinoso en 1627 [2]. Las ruinas de esta iglesia fueron descubiertas en 1992, cuando se llevó a cabo una intervención arqueológica en la zona [3]. Allí se encontró una edificación religiosa de pequeñas dimensiones y de marcado estilo mudéjar que se cree corresponde a la antigua parroquia de San Pelayo.
En la excavación se hallaron algunos restos cerámicos, como una olla, dos cuencos, uno de ellos decorado con líneas paralelas bruñidas en su interior, una jarra y un cántaro con el fondo marcado con un aspa insertada en un círculo. Todas realizadas en arcilla sedimentaria y cocción oxidante.
En esa misma intervención arqueológica se documentó una importante necrópolis que se distribuía tanto hacia el interior, como hacia el exterior de la iglesia. Fueron descubiertas 44 tumbas que mostraban gran variedad de tipologías. Únicamente 22 fueron documentadas, de ellas, 18 eran de tipo antropomórfico y de bañera y estaban excavadas en el nivel natural, junto a ellas, había dos tumbas de ladrillo, además de una de lajas y un sarcófago monolítico.
Se pudo observar que el sarcófago había sido reutilizado, ya que la pieza, insertada en el muro adosado al interior de la cabecera del templo, formaba parte de la construcción de la propia iglesia. Resulta llamativo el hallazgo de una estela in situ, lo que implicaría la utilización de una herramienta para la memoria. Pues a pesar de ser anepigráfica, la función de estas lápidas era conmemorativa, con el fin de identificar de algún modo a las personas que yacían allí enterradas.
La agrupación y alineación de las tumbas, tanto exteriores como interiores, no cuadraba con la orientación de la propia iglesia, este hecho, sumado a la reutilización del mencionado sarcófago monolítico en un muro del templo, hace pensar que la necrópolis es anterior a la construcción de la iglesia [4].
Se cree que la necrópolis es de bastantes mayores dimensiones de lo que se pudo exhumar en ese momento, y que la iglesia, erigida seguramente en época de la repoblación de la ciudad a mediados del siglo XII, aprovechó para su construcción, la existencia de un lugar simbólico anterior. Lo que es casi seguro, es que si la necrópolis se construyó en ese lugar, es porque en sus inmediaciones existía ya una comunidad de cierto prestigio que poseía un núcleo de poder local.
Zona de San Pelayo. Foto: Chencho Martínez |
En la excavación se hallaron algunos restos cerámicos, como una olla, dos cuencos, uno de ellos decorado con líneas paralelas bruñidas en su interior, una jarra y un cántaro con el fondo marcado con un aspa insertada en un círculo. Todas realizadas en arcilla sedimentaria y cocción oxidante.
En esa misma intervención arqueológica se documentó una importante necrópolis que se distribuía tanto hacia el interior, como hacia el exterior de la iglesia. Fueron descubiertas 44 tumbas que mostraban gran variedad de tipologías. Únicamente 22 fueron documentadas, de ellas, 18 eran de tipo antropomórfico y de bañera y estaban excavadas en el nivel natural, junto a ellas, había dos tumbas de ladrillo, además de una de lajas y un sarcófago monolítico.
Se pudo observar que el sarcófago había sido reutilizado, ya que la pieza, insertada en el muro adosado al interior de la cabecera del templo, formaba parte de la construcción de la propia iglesia. Resulta llamativo el hallazgo de una estela in situ, lo que implicaría la utilización de una herramienta para la memoria. Pues a pesar de ser anepigráfica, la función de estas lápidas era conmemorativa, con el fin de identificar de algún modo a las personas que yacían allí enterradas.
La agrupación y alineación de las tumbas, tanto exteriores como interiores, no cuadraba con la orientación de la propia iglesia, este hecho, sumado a la reutilización del mencionado sarcófago monolítico en un muro del templo, hace pensar que la necrópolis es anterior a la construcción de la iglesia [4].
Se cree que la necrópolis es de bastantes mayores dimensiones de lo que se pudo exhumar en ese momento, y que la iglesia, erigida seguramente en época de la repoblación de la ciudad a mediados del siglo XII, aprovechó para su construcción, la existencia de un lugar simbólico anterior. Lo que es casi seguro, es que si la necrópolis se construyó en ese lugar, es porque en sus inmediaciones existía ya una comunidad de cierto prestigio que poseía un núcleo de poder local.
[1] Hernández Vegas, MATEO. “Ciudad Rodrigo. La Catedral y la Ciudad”. Tomo II.
[2] Sánchez Cabañas, ANTONIO. “Historia de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Ciudad Rodrigo”: “La parrochia de San Pelayo, estuvo junto al convento de Santi Spíritus, de religiosas, extramuros de la ciudad, a la parte que mira al oriente. En este sitio se muestran sus ruinas. De esta parroquia tomó el nombre el póstigo de la muralla llamado de San Pelayo, y ahora puerta de Santi Spíritus”. [3] Viñé Escartón, ANA ISABEL y Larrén Izquierdo, HORTENSIA (1993-1994). “Una iglesia mudéjar en Ciudad Rodrigo (Salamanca) y su contexto histórico”.
[4] Martín Viso, IÑAKI. “Enterramientos, memoria social y paisaje en la alta Edad Media: Propuestas para un análisis de las tumbas excavadas en roca excavadas en roca en el centro-oeste de la península Ibérica”.
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