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Mirobrigenses ilustres: CELSO LAGAR ARROYO

Nació en Ciudad Rodrigo el 4 de febrero de 1891. Lo hizo en la casa que sus padres, Gumersindo Lagar y Braulia Arroyo Ribón,  poseían en la Puerta de Santiago, 23, donde su padre también poseía un pequeño y modesto taller de ebanistería.

Celso fue el segundo hijo de al menos siete hermanos del primer matrimonio de su padre: Joaquín (1889); Ángel (1892), que fue militar, llegando en la escala de oficiales al grado de Capitán; Manuel (1894), quien siguió los pasos artísticos de su hermano Celso [1]; Isabel (1898); Santiago (1899); Julián (1901). De todos ellos, en 1911 solo habían sobrevivido cinco.

El 26 de junio de 1902, cuando Celso contaba con tan solo 11 años falleció Braulia [2], su madre y tan solo medio año después, el 10 de enero del año siguiente, su padre de casó de nuevo. Lo hizo con María Arroyo Ribón, su tía [3]. De este matrimonio nació Braulio (1904) y al año siguiente Elena Lagar Arroyo (1905), quien también padeció problemas psiquiátricos [4]

Celso comenzó sus primeros estudios en el colegio de Santa Teresa, cercano a la casa familiar. Allí comenzó a mostrar un especial interés por el dibujo y fue en esta época cuando realizó sus primeros bocetos.

Vista de Ciudad Rodrigo en un cuadro de Celso Lagar / Foto: Santi Abella
Desde su infancia ayudó a su padre en el taller de ebanistería, el cual estaba especializado en tallas y trabajos religiosos: retablos, confesionarios, andas, púlpitos, etc. Aunque según los anuncios publicados en la prensa local de la época, también hacía todo tipo de muebles comunes.

Gumersindo Lagar, fue miembro de la logia masónica La Mirobrigense y aparece en la lista de 1888, entre los 13 miembros del capítulo masónico Villalar con el nombre simbólico de Alonso Cano y grado 9. Aunque en esa época tiene solicitada plancha de quite [5].

Desde los 16 o 17 años Celso se traslada a Madrid, aunque algunas idas y venidas a su ciudad natal. En la capital compagina su trabajo como ebanista y sus estudios como escultor de la mano de uno de los mejores escultores del momento, Miguel Blay, además de asistir a clases nocturnas en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando [6].

A partir de 1910 se trasladó a Barcelona, donde continuó sus estudios en la escuela de arte La Llotja. Antes de cumplir un año en la ciudad condal y aconsejado por Blay, decide mudarse a París para empaparse del arte más vanguardista. Se instaló en Montparnasse, barrio que comenzó a hacerse famoso en esa época por convertirse en el corazón de la vida artística e intelectual de la capital francesa. Allí comenzaban a instalarse los nuevos círculos artísticos parisinos en busca de una alternativa a Montmartre, barrio elegido por la anterior generación de artistas.

En Ciudad Rodrigo, desde joven tuvo fama de bohemio y de poseer una personalidad afligida. Uno de sus amigos de la infancia, el historiador Jesús Domínguez Bordona, que por aquellos años era aún redactor del semanario local Avante, lo describió así en un poema que le dedicó:

¡Bohemio! Falsa risa, amor de anemia,
placeres cortos y desdichas largas…
Él llevó su ternura a las amargas
horas de nuestra mísera bohemia.
Ante el vivir indiferente y burdo
muchas veces, el alma ya cansada,
supo darnos alientos su mirada
bajo las alas del chambergo absurdo [7].

El chambergo del que habla Sánchez Bordona, fue ser una prenda que le caracterizó, pues otro de sus amigos mirobrigenses, Alejo Hernández, también lo mencionó en otro escrito sobre el artista:

Todos los vecinos de la vieja Miróbriga conocemos a Celso Lagar como a uno de tantos conciudadanos; todos también conocemos que es un luchador brioso, un paladín del Ideal; lo que no conocemos todos es su obra, lo que no conocemos casi nadie es su actividad plasmada en dibujos fuertes y vigorosos, sobrios y correctos, evocadores de la raza, del espíritu y la tierra de Castilla. Yo que lucho a su lado, yo que he seguido paso a paso la difícil senda del Arte, que le he visto con el carbón o la sanguina en una mano y el trapo o la goma en la otra, que he visto surgir como por encantamiento, con unos trazos una artística figura, puedo hablar de él. No sé si hablaré con apasionamiento; pero del Arte y la Amistad, hablar sin apasionamiento, me parece tontería. Celso Lagar, ese joven que todos vimos en la Glorieta o la Muralla, con sus grandes melenas y su chambergo radiniano, es una esperanza del arte español, del arte castellano. Discípulo de Blay, el mejor de nuestros escultores, ha sabido seguir al maestro con el entusiasmo y el aprovechamiento merecido. [...] Pues bien, este amigo artista, este paisano entusiasta de la Castilla sobria, abandona nuestras llanuras para ir a París, y buscar al lado de Rodín, Bartholomé, Menniet y tantos otros, un nuevo peldaño de los que conducen a la suprema belleza, al ideal, a la gloria. Si nuestro Ayuntamiento quiere, (como debe) ayudar con algo a este artista, si la Diputación hace lo mismo, el bien será para todos y algún día podremos tapar la boca a esos pesimistas que opinan que nada bueno, nada útilmente bello puede florecer en los carcomidos muros de la vieja Miróbriga [8].

Al contrario de lo que publicó Narciso Alba en el libro Aquel maldito de Montparnasse, en el cual se dice que Lagar se marchó de Ciudad Rodrigo para olvidarlo y que guardaba una mala relación familiar, pues ni sus paisanos ni su familia quisieron ayudarle, Celso Lagar recibió una subvención de 365 pesetas anuales por parte del Ayuntamiento mirobrigense durante sus dos primeros años de estancia en París [9].

Tampoco fue cierta esa mala relación familiar que se hace ver en el citado libro. Su padre, un humilde ebanista, siempre se mostró preocupado porque su hijo prosperase y pudiera ver cumplidos sus sueños estudiando en los mejores centros de arte. Así lo demuestra que, a mediados de 1911, acudiera al ayuntamiento mirobrigense para solicitar una beca para que su hijo Celso, que en ese momento se encontraba estudiando dibujo natural en París[10], pudiera permanecer en el extranjero estudiando escultura [11]

En el archivo Municipal de Ciudad Rodrigo aún se conserva la carta de dicha petición, en la cual se muestra perfectamente el interés y preocupación de Gumersindo para que su hijo pueda cumplir sus sueños:

Celso, después de aprender el oficio de ebanista al lado de su padre en esta Ciudad, se trasladó a Madrid con el fin de trabajar allí en su oficio; pero es tal la afición que ha demostrado siempre a las artes del dibujo, que sin dejar de trabajar de día, empezó a asistir de noche a la escuela de Artes y oficios, donde al finalizar el primer curso, fue premiado con un diploma y cincuenta pesetas en metálico. Al mismo tiempo y aprovechando las horas libres entre el trabajo diario y las de la Escuela citada asistía todas las tardes al Museo de reproducciones, donde permanecía hasta la hora de cerrarse dicho centro. Allí mereció que se fijase en él el insigne pintor Padró, quien descubriendo tal vez en él aptitudes poco comunes, le aconsejó que asistiera al estudio del natural, que en la calle de Alcalá sostenía el círculo de Bellas Artes. Así lo hizo, asistiendo a él un año. En marzo del mismo año entró en el Estudio del eminente escultor D. Miguel Blay, y en marzo del presente, aconsejado por dicho escultor marchó a París, donde reside en la actualidad, dibujando del natural en la Escuela de Bellas Artes. Ahora bien, aunque sea sensible decirlo, lo cierto es que el exponente, modesto industrial con cinco hijos, no puede soportar los gastos que ocasiona un estudio tan caro; y como por otra parte le sería doloroso tener que truncar de repente por falta de medios las aspiraciones de su hijo, por todo ello A.V.S suplica se digne consignar de los fondos del municipio una cantidad prudencial para ayudar a los gastos de tan brillantes como costosos estudios.

El ebanista, a finales de ese mismo año debió de hacer un gran esfuerzo económico para realizar un viaje a París para visitar a su hijo e informarse personalmente por boca de los profesores de la escuela de escultura sobre sus aptitudes artísticas. Para alegría del padre y del resto de mirobrigenses, los informes sobre el joven no pudieron ser más halagüeños [12]

Las palabras tan injustas de Narciso Alba también se caen por su propio peso al leer dos de las respuestas que Lagar dio en 1917 a entrevista para el Heraldo de Madrid:

  • ¿Es usted de Cataluña? Se lo pregunto por su manera de hablar. 
  • No, de Ciudad Rodrigo. Mire los cuadros que expongo de mi pueblo. Está amurallado y es todo de color ocre. Es como un viejecillo que no tuviese más vida que en el corazón. Y su corazón es la basílica que triunfa en aquel lienzo. 
  • ¿Y empezó usted en Ciudad Rodrigo?
  • Sí. Mi padre era tallista. Tallaba y talla arcones de un primitivismo que él ha modificado, y yo le debí de imitar. Pero este amor a la pintura…[13]

En la capital francesa formó parte del círculo conocido como Escuela de París. Una nueva ola de pintores, escultores, escritores, poetas y artistas en general que pertenecía a otro estatus económico, social y político. Estaba compuesta por un gran número de emigrantes que llegaban de todas las partes del mundo en busca de poder vivir de su arte. Cambia por completo el escenario de la vida artística y el talento comienza a imponerse sobre la fortuna.

El mirobrigense participa activamente en la vida bohemia de París y comienza a codearse con un grupo de jóvenes cuyas obras, hoy, están expuestas en algunos de los mejores museos del mundo. Entabló una gran amistad con Modigliano, a quien retrató en 1915 y 1919, con el escultor Joseph Bernard o el pintor Metzinger, a quien también pintó. En esta época conoció a quien fue su compañera de vida, la escultora animalista Hortense Bregué.

A principios de julio del año siguiente, el joven, en agradecimiento a sus paisanos, envió a Ciudad Rodrigo algunas fotografías de dos de sus primeras obras: Adolescencia, la cual era representada por una virgen y otra de gusto egipcio [14]. En octubre de ese mismo año 1912, Celso Lagar envió en tren desde París hasta Ciudad Rodrigo una de sus esculturas como regalo a la ciudad. Se trataba de un busto de la Rosa del Thebas [15].  A día de hoy, esta escultura, que aún pertenece al Ayuntamiento mirobrigense, es la única localizada que se conserva del artista. Además de la original, expuesta en la Casa de la Cultura, existe un vaciado de bronce ubicado en la Plaza del Campo de Carniceros, donde nació y vivió Celso Lagar.

Ante este regalo, el Ayuntamiento acuerda en una de sus sesiones dar las gracias a su paisano y hacerse cargo del coste que le había supuesto el envío, 71.58 pesetas, las cuales se abonaron del fondo de imprevistos [16].

En 1913, con motivo de la apertura de la Exposición para Jóvenes Artistas celebrada en el Salón de París, el mirobrigense se convirtió en objeto de las alabanzas por parte del afamado escultor Joseph Bernard, quien, en su discurso de apertura dijo: 

Nuestro expositor Celso Lagar, escultor español, autor de varias obras expuestas en este salón, es un artista que para orgullo de su Patria, patria de luz y de sol donde los temperamentos son nerviosos y los artistas son grandes, tiene expuestas en este salón algunas de sus obras, quizá las mejores interpretaciones de su carrera artística, a pesar de ser todas las demás suyas de una grande intención y de un exquisito gusto. Sus obras tienen el encanto Florentino interpretado por un espíritu poético, a través de la rudeza castellana. Merecen la pena recordar, varias obras, donde el Sr. Lagar ha puesto grande cantidad de arte, como son Adolescencia, Jóven Indiana, y una colección de dibujos, que nos ha dejado demostrada por una vez más ser un gran artista y un sentimiento de poeta. Lagar no es un reflejo vulgar de la vida, es la vida reflejada a través de un corazón de hombre tranquilo, preparado e imparcial, es la vida sin reflejos ni engaños, vista por un espíritu rudo. Lagar nos ha demostrado, principalmente con su obra Adolescencia, donde se reflejan vivos, una candidez y romanticismo muy difíciles de conseguir, sino es a fuerza de un trabajo muy concienzudo, acompañados de un talento extraordinario[17].

Al estallar la Primera Guerra Mundial, Lagar y su pareja se trasladaron a la pequeña villa de Puntous, en los Pirineos franceses, donde ella tenía una casa familiar.

Celso Lagar
Aunque en un primer momento estuvo centrado en la escultura, después comenzó a inclinarse más por la pintura y dejó de lado su faceta de escultor. Durante su primera etapa parisina su obra estuvo integrada principalmente por bodegones y desnudos, pero poco a poco comenzó a incluir escenas circenses en las cuales aparecían personajes sombríos. Este último tipo, fue el que se acabó convirtiendo en su obra más representativa y a la vez triste. Como curiosidad, en algunas de sus obras aparece en la escena, de forma pasiva, un hombre con sombrero, se trata del propio pintor.

En 1915 la pareja se marchó a Gerona. Allí, la Junta de la sala Athenea se interesó por el pintor y le propuso realizar una exposición con las obras que no había vendido en las Galerías Dalmau de Barcelona. A la entrada de la sala colocó unos carteles que escandalizaron a algunos de los visitantes, aunque su obra despertó gran interés entre el círculo artístico de Gerona [18]

Durante parte del año siguiente recorrió la costa catalana, especialmente Blanes, localidad en la que pintó algunos cuadros antes de instalarse durante unos meses en Barcelona. En la ciudad condal expuso sus obras junto a algunas esculturas de su pareja en lugares como las mencionadas Galerías Dalmau o las Galerías Layetanas.

Animado por el ambiente artístico madrileño, hacia el mes de noviembre de 1917, marcha a la capital de España. En el mes de enero del año siguiente participa en la Exposición de Legionarios y, ese mismo año, expuso en el Ateneo madrileño y en la Asociación de Artistas Vascos de Bilbao. En su periplo madrileño comienza a asistir a las tertulias que todas las noches sabatinas se llevaban a cabo en el céntrico café Pombo. Allí se reunía un grupo de jóvenes y bohemios que ansiaban la gloria literaria y artística de vanguardia. Por allí pasaron Picasso, Diego Rivera, José Luis Borges, Valery Larbaud o Jean Cassou entre otros.

En esta etapa en tierras españolas Celso Lagar hizo contactos con artistas como Rafael Barradas o Junoy. Él mismo definió su obra como planista. De hecho, fue el creador del planismo, el primero de los muchos estilos artísticos que surgieron en la vanguardia española de comienzos del siglo XX. Combinaba elementos procedentes del fauvismo, el futurismo y del cubismo y se basaba en utilizar grandes planos de colores puros para dar profundidad a los cuerpos. 

Celso Lagar, escena taurina

Una vez que hubo finalizado la Primera Guerra Mundial la pareja regresó a París, siendo los siguientes años los más productivos del mirobrigense, pictóricamente hablando. Atraído por las escenas circenses, Lagar acudía a los circos ambulantes para retratar la vida solitaria y marginal que los payasos, trapecistas, bailarinas y saltimbanquis tenían fuera del espectáculo.

En 1920 la pareja contrae matrimonio y compagina su vida en París con algunas estancias en Normandía. Es entonces cuando a la temática circense de sus cuadros se le unen los paisajes de Normandía y algunas evocaciones a la vida y costumbres españolas y al mundo taurino, exponiendo en las mejores salas de París.

Durante la Guerra Civil española tomó partido por el bando republicano, participando en la exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos que se celebró en 1936 en el museo de arte contemporáneo Jeu de Paume de París y, posteriormente, en la exposición El Arte español en el exilio, celebrada en Toulouse en 1947.

Al poco de estallar la Segunda Guerra Mundial fue víctima de un bombardeo cuando atravesaba el puente de Sully sur Loire, cerca de Orleans. A pesar de que no le causó daños físicos, su desmedida sensibilidad provocó que la vivencia le dejase secuelas psicológicas. Con París ocupado por los nazis, el matrimonio se refugia de nuevo en la aldea pirenaica en la que su esposa tenía una propiedad familiar.

La Guerra Civil por Celso Lagar

Una vez terminada la guerra, el matrimonio regresó a París y Lagar continuó con su actividad artística, aunque las ventas de sus obras se resintieron tras la guerra.

El 30 de enero de 1956, su mujer, enferma de cáncer, ingresó en el hospital Broca, donde falleció al poco tiempo. El mirobrigense se sumergió en tal abatimiento y depresión que tras encerrarse en su taller, amenazó con pegarle fuego a su casa de la Rue Delhambre. La portera avisó a la policía, que llegó inmediatamente, se llevó al pintor que terminó siendo recogido por la asistencia pública francesa e ingresado en el centro psiquiátrico de Sainte Anne.

Allí permaneció ocho años, durante los cuales abandonó por completo la pintura, a pesar de que su obra alcanzó una gran revalorización, posiblemente cuando ya no le hacía falta. El propio hospital, por orden judicial, en 1962 organizó una subasta con los 102 cuadros que llevaban, al igual que él, años encerrados al ser considerados como inservibles. Con ella se pretendía recaudar fondos suficientes con los que pagar los gastos de su estancia. 

Sin embargo, cuando tan solo se habían subastado 28 de los 102 cuadros, tuvo que detenerse la subasta. Se habían alcanzado 1.080.000 pesetas, suficiente para cubrir el importe al que ascendían los gastos de internamiento. Celso Lagar, quien hasta entonces tan solo era conocido dentro de los círculos artísticos, ocupó todas las primeras planas de los periódicos, quienes lo consideraban un pintor maldito.

Al ver tal revalorización de su obra se creyó conveniente dejar el resto de sus cuadros para una futura ocasión en la que pudieran acudir grandes marchantes de arte [19]. Lagar pasaba sus días olvidado por todos, sentándose día tras día en el mismo banco del patio del psiquiátrico hasta que, en febrero de 1965, el director del centro volvió a preocuparse por sus deudas. Se organizó una nueva subasta pública con sus obras, la cual causó un escándalo por realizarse en condiciones ilegales [20].

En octubre de 1964, su hermana Isabel lo saca del psiquiátrico para traerlo de nuevo a España, concretamente a una casa que ella le alquila en Sevilla, donde el pintor falleció el 6 de septiembre de 1966.

Fue enterrado en el cementerio sevillano, junto al mausoleo del torero Joselito, en una sepultura arrendada. Al pasar un año, tiempo por el que la sepultura había sido arrendada, nadie reclamó nada y los huesos de Celso Lagar fueron exhumados para pasar a ser enterrados en el osario común.


[1] Nota del A: Manuel Lagar expuso algunas de sus obras en las Galerías Layetanas de Barcelona el 17 de octubre de 1919 y dos años después, durante el mes de mayo de 1921, realiza otra exposición en el salón del Círculo Artístico de San Lucas.
[2] Libro de Defunciones de la parroquia de San Isidoro, 1884-1923, 9
[3] Libro de Matrimonios de la parroquia de San Isidoro, 1885-1920. 1º
[4] Nota del A: En 1928, Elena Lagar Arroyo fue internada en un centro para dementes y en 1929, su madre María Arroyo Ribón, vecina de Ciudad Rodrigo, quien ya estaría viuda, pues Gumersindo falleció en Barcelona en 1926, hizo una instancia para solicitar que se le hiciera entrega de su hija Elena, que se encontraba recluida en dementes. 
El Adelanto, Nüm. 13963, 8 de noviembre de 1929
[5] MARTÍN, Luis P: La Masonería en Salamanca a finales del siglo XIX, 1989, pp. 59-63.
[6] Avante, Núm. 54, 22 de abril 1911
[7] Avante, Núm. 67, 21 de junio de 1913.
[8] Avante, Núm. 48, 11 de marzo de 1911.
[9] La Iberia, Núm. 445, 28 de octubre 1911
[10] La Iberia, Núm. 424, 3 de junio de 1911
[11] Avante, Núm. 60, 3 de junio de 1911.
[12] Avante, Núm. 88, 5 de diciembre de 1911
[13] Heraldo de Madrid, Núm. 9609, 24 de marzo de 1927, pág. 1.
[14] Avante, Núm. 117, 6 de julio de 1912
[15] La Iberia, Núm. 494, 5 de octubre 1912
[16] Avante, núm. 130, 5 de octubre de 1912
[17] Avante, núm. 172, 26 de julio de 1913
[18] BRIHUEGA SIERRA, Jaime: Orígenes de las vanguardias artísticas en España (1909-1936), Vol. II, 1998, pág. 413.
[19] Hoja Oficial del Lunes, Núm 788, 16 de julio de 1962
[20] MARTÍN HERNÁNDEZ, Evelyne: Ramón Gómez de la Serna. Cahiers de recherches du CRLMC, Université Blaise Pascal, 1999, pág. 97

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